domingo, 22 de junio de 2014

Pequeñas Semillitas 2386

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2386 ~ Domingo 22 de Junio de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Jesús dice que él es pan. Jesús se identifica con el alimento que Dios da a la humanidad y que es preciso comer -asimilar– mediante la fe: escucharlo, aceptarlo, acogerlo, compenetrarse con su palabra y sus sentimientos, para tener ya vida eterna.
Jesús nos ofrece vida en plenitud, una vida que se mide con el termómetro de la libertad y el amor. Una vida alegre y esperanzada, siempre en crecimiento. Jesús comunica vida cuando cura, cuando acoge, cuando escucha, cuando come, cuando mira...
Es el momento de hacer vida el mensaje y la recomendación de Jesús. Vivir por él y como él, identificándonos con su mentalidad, sus preferencias, sus opciones, su manera de actuar, para ir construyendo un mundo más justo, más solidario, más humano, más evangélico, donde las personas vivan con dignidad y sean felices. Se trata de vivir y contagiar la fascinación de un estilo de vida como el suyo.

¡Buenos días!

Alabar y agradecer
Al orar con los salmos déjate arrebatar por la presencia viva de Dios, envolver por los sentimientos de asombro, exaltación, alabanza, contrición, intimidad, dulzura u otros estados de ánimo que impregnan estos antiguos cánticos. Aquí te ofrezco una breve oración compuesta por fragmentos de salmos unidos por afectos de alabanza y gratitud al Señor.

¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? (116). Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides nunca sus beneficios (103). Alabaré al Señor mientras viva, cantaré y tocaré para mi Dios mientras exista (146). Te daré gracias ante los pueblos, Señor, tocaré para ti ante las naciones, por tu bondad que es más grande que los cielos, por tu fidelidad que alcanza a las nubes (57). Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo; proclamar por la mañana tu misericordia, y de noche tu fidelidad, con arpas de diez cuerdas y laúdes, sobre arpegios de cítaras. Tus acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo las obras de tus manos (92).

“En los salmos rivalizan la belleza y la doctrina; son a la vez un canto que deleita y un texto que instruye. ¿Qué otra cosa es el salterio sino el instrumento espiritual con que el hombre inspirado hace resonar en la tierra la dulzura de las melodías celestiales, como quien pulsa la lira del Espíritu Santo?”, san Ambrosio. Explora y goza las riquezas del salterio.
Padre Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».
Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre». (Jn 6,51-58)

Comentario
Hoy, todo el mensaje que hemos de escuchar y vivir está contenido en “el pan”. El capítulo sexto del Evangelio según san Juan refiere el milagro de la multiplicación de los panes, seguido de un gran discurso de Jesús, uno de cuyos fragmentos escuchamos hoy. Nos interesa mucho entenderle, no sólo para vivir la fiesta del “Corpus” y el sacramento de la Eucaristía, sino también para comprender uno de los mensajes centrales de su Evangelio.
Hay multitudes hambrientas que necesitan pan. Hay toda una humanidad abocada a la muerte y al vacío, carente de esperanza, que necesita a Jesucristo. Hay un Pueblo de Dios creyente y caminante que necesita encontrarle visiblemente para seguir viviendo de Él y alcanzar la vida. Tres clases de hambre y tres experiencias de saciedad, que corresponden a tres formas de pan: el pan material, el pan que es la persona de Jesucristo y el pan eucarístico.
Sabemos que el pan más importante es Jesucristo. Sin Él no podemos vivir de ninguna manera: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Pero Él mismo quiso dar de comer al hambriento y, además, hizo de ello un imperativo evangélico fundamental. Seguramente pensaba que era una buena manera de revelar y verificar el amor de Dios que salva. Pero también quiso hacerse accesible a nosotros en forma de pan, para que, quienes aún caminamos en la historia, permanezcamos en ese amor y alcancemos así la vida.
Quería ante todo enseñarnos que hemos de buscarle y vivir de Él; quiso demostrar su amor dando de comer al hambriento, ofreciéndose asiduamente en la Eucaristía: «El que coma este pan vivirá para siempre» (Jn 6,58). San Agustín comentaba este Evangelio con frases atrevidas y plásticas: «Cuando se come a Cristo, se come la vida (…). Si, pues, os separáis hasta el punto de no tomar el Cuerpo ni la Sangre del Señor, es de temer que muráis».
Mons. Agustí CORTÉS i Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II

“Hoy es fiesta solemne, 
fiesta en la que revivimos la primera Cena sagrada.
Mediante un acto público y solemne,
glorificamos y adoramos el Pan y el Vino
que se han convertido en verdadero 
Cuerpo y en verdadera Sangre del Redentor” 
San Juan Pablo II

Tema del día:
La Eucaristía
La Eucaristía es el centro y la cumbre de nuestra fe. Siempre que los cristianos nos reunimos en la Eucaristía celebramos un gran misterio, la entrega de Jesucristo a su Padre para nuestra redención. La Eucaristía es también poder recibir como alimento espiritual el mismo Cuerpo de Jesús; y es también sentir la presencia real de Jesús entre nosotros. Esta presencia es lo que celebramos principalmente en esta fiesta del Corpus, o “del Cuerpo y la Sangre de Jesús”.

Durante los primeros siglos del cristianismo Jesús en la Eucaristía, después de la misa, se guardaba de una manera privada. Se hacía para que sirviera de viático  a los enfermos. Por el año mil o poco antes hubo varios herejes que decían que Jesús no estaba realmente presente en la Eucaristía después de la misa, sino sólo en símbolo. Desde entonces la Iglesia fomentó la adoración privada y solemne, haciendo sagrarios hermosos y custodias para la adoración, hasta que por fin se instituyó esta fiesta del Corpus, precisamente para fomentar la adoración eucarística.

La ocasión fue un famoso milagro. Siempre ha habido milagros que han confirmado esta verdad, muchas veces ocasionados por dudas de fe o por sacrilegios. Era el año 1264 cuando un sacerdote, que dudaba de la presencia eucarística de Jesús, fue a Roma, a la tumba del apóstol san Pedro, a pedir robustecimiento de su fe. Al pasar por Bolsena y celebrar la misa, la Sagrada Forma comenzó a destilar sangre hasta quedar completamente mojado el corporal. El papa Urbano VI, que estaba en Orvieto, ciudad cercana, cuando comprobó el milagro, instituyó la fiesta del Corpus y encargó los himnos de la fiesta a Santo Tomás de Aquino. Los hizo hermosos como el “Tantum ergo”. Aquellos corporales se conservan aún en la catedral de Orvieto.

La Eucaristía no es sólo para que adoremos a Jesucristo, sino para que nos sirva de alimento espiritual. Hoy en el evangelio se nos recuerdan aquellas palabras de Jesús: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo”. Los judíos no lo entendían. Tampoco hoy los que no tienen fe entienden que Jesús ha venido del cielo para saciar los anhelos del corazón, el hambre que otros panes no lo pueden hacer como es el dinero, el sexo, el consumismo, la fama, el poder. Jesús, con sus palabras y gestos, con su propuesta del Reino y la Alianza, da pleno sentido a la existencia humana.

Algo muy importante en la Eucaristía, como nos señala san Pablo en la segunda lectura de hoy, es el ser signo y compromiso de unidad. El comer el Cuerpo de Cristo expresa el hondo sentido de una fe comprometida por la unidad, la fraternidad, el amor, la solidaridad, la entrega a los hermanos por Cristo. Por eso la comunión no es un rito o una devoción individual, sino que tiende a la unidad y universalidad, porque al comulgar “formamos un solo cuerpo”. Al comer dignamente el pan de la Eucaristía nos alimentamos del mismo Dios. Por eso, como fruto, debemos vivir más como Dios, que es misericordioso, solidario, paciente, entregado. Los alimentos, por ser organismos inferiores a nosotros, se transforman en nuestro cuerpo; pero Jesús, “el pan de vida”, por ser superior, hace que nosotros nos podamos transformar en El.

Donde hay pan partido y compartido, hay mucho de Dios. Dios quiso valerse del pan para significar su amor a los hombres. Por todo ello hoy es día de la caridad. Si se comulga dignamente y uno busca asemejarse a Cristo, tiene que estar uno dispuesto a dejarse comer en el servicio a los hermanos. De una persona que es buena se suele decir que es tan buena como el pan, porque el pan se deja comer, y nos fortalece y nos hace crecer. Que esta fiesta del Corpus nos aumente nuestra fe en la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Que cada vez que entremos en una iglesia, donde está el Santísimo, nuestra fe nos impulse a una sentida y piadosa adoración, acrecentada hoy si le acompañamos en la procesión, y que crezca con el alimento de la comunión, que nos impulse a ser fermento de unidad en la Iglesia.
P. Silverio Velasco

Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 22.- La persecución
Quien más pesada, quien más ligera, todos tenemos una cruz personal que llevar, pero no hay una común a todos; es la cruz predicha por Jesús cuando subió al monte de las bienaventuranzas y pronunció las palabras que fueron una verdadera revelación para sus discípulos: Dichosos vosotros cuando os ultrajen, os persigan y mintiendo, digan de vosotros cosas malas, falsas, etc.,  por mi causa. Ser perseguidos por amor a Jesús es una bienaventuranza. Alegraos porque será grande vuestra recompensa en los cielos.
Fuente: Web Católico de Javier

Nuevo video y artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Nunca olvidemos agradecer
Una vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Desde Buenos Aires, Argentina, Elsa S. agradece a Dios, a María y a todos los que han rezado por ella en varias ocasiones, ya que ahora se siente muy bien física y espiritualmente y con su alma en paz.

Desde México nos llega un agradecimiento por Laura Muñoz Paz, que si Dios quiere y después de un mes de estar batallando y con 4 cirugías y con dos bacterias muy fuertes, ya va saliendo de su enfermedad, y pronto saldrá del hospital.

Un estímulo todos los días
Junio 22
Para vivir más alegres puede ayudarnos recordar una canción, pero debe ser una canción que nos transmita algún sentimiento positivo.
Puede ser una canción profundamente religiosa, que nos hable del amor del Señor, de la esperanza cristiana, de las buenas razones que tenemos para vivir.
Pero también puede ser una simple melodía, o una canción romántica, o un tema popular. Lo importante es que esa canción nos transmita cosas positivas: deseos de trabajar, o el propósito de encontrarnos con los demás, o el sueño de hacer feliz a otra persona, etc.
Podemos tener a mano algunos discos que nos permitan comenzar cada mañana con alguna música que nos comunique esperanza, ternura, generosidad.
Basta que esa canción despierte un sueño en nuestra piel y nos impulse a continuar con ganas, con una ilusión. Porque Dios se goza viendo a sus hijos con ganas de vivir. El Padre que nos ama se alegra con nuestra alegría, y no quiere que sus hijos soporten la vida, sino que la disfruten.
Cantemos entonces desde la madrugada y dejemos que la música ponga una ilusión en nuestro corazón a lo largo de todo el día.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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