jueves, 31 de octubre de 2013

Pequeñas Semillitas 2178

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2178 ~ Jueves 31 de Octubre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Halloween significa "All hallow's eve", palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.
¿Qué experiencia religiosa o moral queda después de la fiesta del Halloween? ¿No es Halloween otra forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?
Es que nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia, portadores de la luz para el mundo ¿podemos identificarnos con una actividad en donde todos sus elementos hablan de temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre el tema de la paz podemos leer Fil. 4,9  Gál. 5,22. Ver qué dice Jesús sobre esto en Mt. 5,14  Jn. 8,12.
Si somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a los valores de la Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el Halloween no tiene nada que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra fe. (Aciprensa)

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’.
»¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».
(Lc 13,31-35)

Comentario
Hoy podemos admirar la firmeza de Jesús en el cumplimiento de la misión que le ha encomendado el Padre del cielo. Él no se va a detener por nada: «Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana» (Lc 13,32). Con esta actitud, el Señor marcó la pauta de conducta que a lo largo de los siglos seguirían los mensajeros del Evangelio ante las persecuciones: no doblegarse ante el poder temporal. San Agustín dice que, en tiempo de persecuciones, los pastores no deben abandonar a los fieles: ni a los que sufrirán el martirio ni a los que sobrevivirán, como el Buen Pastor, que al ver venir al lobo, no abandona el rebaño, sino que lo defiende. Pero visto el fervor con que todos los pastores de la Iglesia se disponían a derramar su sangre, indica que lo mejor será echar a suertes quiénes de los clérigos se entregarán al martirio y quiénes se pondrán a salvo para luego cuidarse de los supervivientes.
En nuestra época, con desgraciada frecuencia, nos llegan noticias de persecuciones religiosas, violencias tribales o revueltas étnicas en países del Tercer Mundo. Las embajadas occidentales aconsejan a sus conciudadanos que abandonen la región y repatríen su personal. Los únicos que permanecen son los misioneros y las organizaciones de voluntarios, porque les parecería una traición abandonar a los “suyos” en momentos difíciles.
«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa» (Lc 13,34-35). Este lamento del Señor produce en nosotros, los cristianos del siglo XXI, una tristeza especial, debida al sangrante conflicto entre judíos y palestinos. Para nosotros, esa región del Próximo Oriente es la Tierra Santa, la tierra de Jesús y de María. Y el clamor por la paz en todos los países debe ser más intenso y sentido por la paz en Israel y Palestina.
Rev. D. Àngel Eugeni PÉREZ i Sánchez (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Quintín, Mártir 
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: EWTN    

¡Buenos días!

Alegría y gozo

Te ofrezco hoy un ramillete de frases de los salmos unidas entre sí por el tema de la alegría. El salmista la solicita al Señor, la agradece cuando inunda su corazón, y la goza íntimamente unido al Dios de quien procede la alegría y la paz interior. Aquí, pues, tienes una buena sugerencia para orar con fragmentos de la Biblia asociados en torno a una idea aglutinante.

Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor (86). Te doy gracias, Señor, porque has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tu solo me haces vivir tranquilo (4). El Señor es mi fuerza y mi poder, él es mi salvación; y sacaré aguas con gozo de la fuente de salvación (Isaías 12). Señor, porque confío en ti, alegra mi corazón con tu auxilio, y cantaré y tocaré para ti, por todo el bien que me hiciste (13). A la sombra de tus alas canto con júbilo, mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene (63).

Defiende, pues, y cultiva la alegría. La risa y el buen humor te liberarán de aquella lúgubre seriedad que vuelve los problemas pesados como el plomo, te liberarán además de la triste inquietud cotidiana. La risa y el buen humor crean espacios nuevos para alegrías desconocidas. Es un precepto de Dios estar alegres: “Estén siempre alegres” (1 Tes. 5,16).
Padre Natalio

Tema del día: Halloween, 
¿Cristianismo o paganismo?
"No se puede negar que es divertido disfrazar a los pequeños de la casa y salir con ellos a pedir dulces por las calles; muchos de nosotros tenemos recuerdos gratos de las fiestas de Halloween en donde compartíamos dulces y echábamos mano de todo lo que estaba a nuestro alcance para confeccionarnos el mejor de los disfraces. Halloween, ¿Lo debe celebrar un cristiano?

No podemos pasar por alto que las fiestas que celebramos reflejan quiénes somos e influyen en nuestros valores. Desgraciadamente muchos cristianos han olvidado el testimonio de los santos y la importancia de rezar por los muertos y se dejan llevar por costumbres paganas para festejar con brujas y fantasmas. "Halloween" significa (All hallow´s eve), del inglés antiguo, all hallows eve, o Víspera Santa, pues se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. La fantasía anglosajona, sin embargo, le ha robado su sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.

Ya desde el siglo VI antes de Cristo los celtas del norte de Europa celebraban el fin del año con la fiesta de Samhein (o La Samon), fiesta del sol que comenzaba la noche del 31 de octubre. Marcaba el fin del verano y de las cosechas. El colorido de los campos y el calor del sol desaparecían ante la llegada de los días de frío y oscuridad.

Creían que aquella noche el dios de la muerte permitía a los muertos volver a la tierra fomentando un ambiente de muerte y terror. La separación entre los vivos y los muertos se disolvía aquella noche y haciendo posible la comunicación entre unos y otros. Según la religión celta, las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de animales feroces y podían ser liberadas ofreciéndole a los dioses sacrificios de toda índole, incluso sacrificios humanos. Sin duda Samhein no es otro sino el mismo demonio que en todas las épocas busca implantar la cultura de la muerte. Aquellos desafortunados también creían que esa noche los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos salían libremente para aterrorizar a los hombres. Para aplacarlos y protegerse se hacían grandes hogueras. Estas hogueras tuvieron su origen en rituales sagrados de la fiesta del sol. Otras formas de evitar el acoso de estos macabros personajes era preparándole alimentos, montando macabras escenografías y disfrazándose para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibidos sus miradas amenazantes.

Al no conocer al verdadero Dios vivían aterrorizados ante las fuerzas de la naturaleza y las realidades del sufrimiento y la muerte. De alguna forma buscaban desahogar aquella situación dándole expresión en toda clase de fantasías. Todo lo feo, lo monstruoso y lo amenazante que se puede imaginar en figuras de animales y seres humanos constituye la base para darle riendas libres a la imaginación del terror.

Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que algunos las mezclaran. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos.

Algunos inmigrantes Irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folklore popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde USA, Halloween se ha propagado por todo el mundo.
Autor: Tere Fernández 
Fuente: Catholic.net

La frase de hoy

“Cada defecto que ves en el otro 
es una debilidad negada dentro de ti mismo.
Cada conflicto que plantees 
es una excusa para no enfrentar un conflicto interior.
Cuando encuentras realmente el amor 
te encuentras a ti mismo"
Deepack Chopra

Nuevo video

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Para verlo tienes que ir al final de la página.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud de Asiel Francisco, un bebé de 7 meses que está internado con fiebre desde hace 4 días en Managua, Nicaragua. Que Jesús lo toque con su mano y lo sane.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

Nuestra capacidad nos viene de Dios

“Predicamos [el Evangelio], no buscando agradar a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones…, ni buscando gloria humana, ni de vosotros ni de nadie” (1 Ts 2, 4-6). Para que el apostolado sea verdadero ejercicio de caridad y, por ello, medio de progresar cada vez más en el amor a Dios y al prójimo, se requiere una absoluta rectitud de intención. El Señor que “examina” y escruta los corazones de sus apóstoles, no quiere ver en ellos rastro de intenciones segundas ocultas, enmascaradas con apariencias de celo, pero que son fruto de vanagloria. Esto exige una muerte continua a cualquier forma de amor propio, egoísmo y orgullo, para llegar a la limpidez y sencillez interior que proponía Jesús a sus discípulos mientras discutían sobre una cuestión de preminencia… Cuando la madre de Santiago y de Juan avanzó, en nombre de sus hijos, la solicitud de un puesto privilegiado, Jesús volviéndose a los apóstoles, les amonestó: “el que quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor” (Mt 20, 27); y la noche de la última Cena, en el lavatorio de los pies, demostró con su ejemplo hasta qué punto deben los apóstoles hacerse servidores.

San Pablo, conmovido por la grandeza del misterio apostólico, mediante el cual Dios difunde “el perfume” del conocimiento de Cristo por todo el mundo, exclama: “Y ¿quién es capaz para esto?” (2 Cr 2, 14.16). Siente la inmensa desproporción entre su limitación humana y la misión de heraldo del misterio de Cristo; con todo le anima una gran confianza: “no que por nosotros –protesta– seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, sino que nuestra capacidad viene de Dios” (ib 3, 5). La humildad de Pablo es el secreto y la fuerza de su apostolado. Una humildad tan profunda que está convencido que “nada” proviene de él, sino que toda su capacidad viene de Dios, como una emanación del poder del que lo hace apto para el cometido que le ha señalado. Es la interpretación más hermosa y concreta de la enseñanza de Jesús: “sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). No poco; nada.

Toda “nuestra capacidad viene de Dios. Sin mí no podéis hacer nada”. Estas palabras conservadas en el corazón del apóstol, maduradas y asimiladas en la oración, saboreadas y sufridas en la experiencia de la vida, son capaces de hacer desaparecer toda complacencia de sí, toda jactancia o autosuficiencia. Las Iglesias o salones repletos, los aplausos y los éxitos pueden no servir de nada, si Dios no interviene con su acción secreta para mover los corazones. El ingenio, la cultura, el estilo brillante o la conversión atrayente, nada de esto es capaz de producir el menor grado de gracia o el más insignificante acto de caridad teologal. Sólo Dios es su autor… Así el apóstol vive y obra estrechando a Dios, dependiendo en todo del Espíritu Santo para ser iluminado por él en todo: en las palabras, en las obras, en las decisiones y en los métodos, y para dejarse conducir por él, no por caminos elegidos arbitrariamente acaso a impulsos de amor propio y de la ambición sino por los caminos de la voluntad de Dios.

Vos habéis querido, mi Dios, Vos, infinitamente sabio, infinitamente santo, que vuestros ministros fueran naturalmente miserables, que tuvieran tan profundamente grabado en su corazón el sentimiento de su pequeñez, que pudieran compadecer siempre y con sinceridad a los que ignoran y yerran… Habéis querido que el contraste entre la miseria del hombre pecador y la alteza de su ministerio pongan a todos de manifiesto la eficacia de vuestra gracia y la sublimidad de vuestra gloria. Todo apóstol, consciente de su debilidad y asombrado de los triunfos de vuestro poder, repetirá con los jóvenes del horno de Babilonia: “No nos confundas, Señor, trátanos con piedad; derrama sobre nosotros los tesoros de tu misericordia; líbranos con tu poder de todo peligro y reserva la gloria para tu santo nombre”… En ti, oh Señor Jesús, sólo en ti ponemos nuestra confianza. (D. Mercier, Retiro Pastoral)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

miércoles, 30 de octubre de 2013

Pequeñas Semillitas 2177

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2177 ~ Miércoles 30 de Octubre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy sembraré una sonrisa para que haya más alegría.
Hoy sembraré una palabra consoladora para cosechar serenidad.
Hoy sembraré un gesto de  caridad para que haya más amor.
Hoy sembraré una oración para que el hombre esté más cerca de Dios.
Hoy sembraré palabras y gestos de verdad para que no crezca la mentira.
Hoy sembraré un poco de paz y bondad para que haya menos discordias.
Hoy encenderé una luz de esperanza para levantar un corazón decaído.

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».
(Lc 13,22-30)

Comentario
Hoy, camino de Jerusalén, Jesús se detiene un momento y alguien lo aprovecha para preguntarle: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (Lc 13,23). Quizás, al escuchar a Jesús, aquel hombre se inquietó. Por supuesto, lo que Jesús enseña es maravilloso y atractivo, pero las exigencias que comporta ya no son tan de su agrado. Pero, ¿y si viviera el Evangelio a su aire, con una “moral a la carta”?, ¿qué probabilidades tendría de salvarse?
Así pues, pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Jesús no acepta este planteamiento. La salvación es una cuestión demasiado seria como para resolverla mediante un cálculo de probabilidades. Dios «no quiere que alguno se pierda, sino que todos se conviertan» (2Pe 3,9).
Jesús responde: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’» (Lc 13,24-25). ¿Cómo pueden ser ovejas de su rebaño si no siguen al Buen Pastor ni aceptan el Magisterio de la Iglesia? «¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!. Allí será el llanto y el rechinar de dientes» (Lc 13,27-28).
Ni Jesús ni la Iglesia temen que la imagen de Dios Padre quede empañada al revelar el misterio del infierno. Como afirma el Catecismo de la Iglesia, «las afirmaciones de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión» (n. 1036).
Dejemos de “pasarnos de listos” y de hacer cálculos. Afanémonos para entrar por la puerta estrecha, volviendo a empezar tantas veces como sea necesario, confiados en su misericordia. «Todo eso, que te preocupa de momento —dice san Josemaría—, importa más o menos. —Lo que importa absolutamente es que seas feliz, que te salves».
Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)

Santoral Católico:
San Alonso Rodríguez
Viudo y Portero
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

El labrador y sus perros

A veces sentimos cierta amargura al percibir la forma tan inhumana en que se comportan las personas. Al parecer, ya a nadie le importa nada de los demás. Alexis Carrel, premio Nobel de medicina, expresó: “Hoy todos se encierran en su egoísmo, lo mismo que el cangrejo en su caparazón, intentando como él devorar a su vecino”. Eso hizo el labrador de la fábula.

Aprisionó el mal tiempo a un labrador en su cuadra. No pudiendo salir para buscar comida, empezó por devorar a sus carneros; luego, como el mal tiempo seguía, comió también las cabras; y, como no paraba el temporal, acabó con sus propios bueyes. Viendo entonces los perros lo que pasaba se dijeron entre ellos: —Larguémonos de aquí, pues, si el amo ha sacrificado los bueyes que trabajan con él, ¿cómo nos perdonará a nosotros? (Esopo).

El mal ha entrado en el mundo por la puerta del egoísmo humano, que es negación del amor y búsqueda desenfrenada del propio bienestar. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.
Padre Natalio

Tema del día:
Murió el Padre Ignacio Larrañaga
(Material enviado por Rocío).- En la madrugada del lunes 28 de octubre, en México, donde se encontraba dirigiendo una tanda de ejercicios espirituales, ha fallecido el sacerdote y fraile capuchino español Ignacio Larrañaga, uno de los autores de libros de espiritualidad de mayor calidad y éxito de  las últimas décadas, iniciador de los Encuentros de Experiencia de Dios y de los Talleres de Oración y Vida. Tenía 85 años y era de origen vasco. La mayor parte de su vida discurrió en América Latina.

El Padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano, capuchino de origen español. Nació en Loyola el 4 de mayo de 1928. Fue ordenado sacerdote en Pamplona y desarrolló por algunos años su ministerio sacerdotal en España. Enviado a Chile, desde muy joven, ha desarrollado una obra pastoral inmensa, como predicador, escritor y organizador de conferencias, cursos, retiros.

En el año 1965 fundó, el Centro de Estudios Franciscanos y Pastorales para América Latina (CEFEPAL), desarrollando a lo largo de una década una intensa actividad animadora en la línea franciscana y en la renovación conciliar en diversos países de América Latina y España.

En 1974 en Brasil, inició un método de evangelización llamado “Encuentro de Experiencia de Dios“, de seis días de duración que llevó a cabo durante 23 años, en los que participaron decenas de miles de personas, delegando después esa tarea evangelizadora a matrimonios de distintos países, que hoy día prosigue.

Desde el año 1984 inició la obra, considerada más importante de su vida: los Talleres de Oración y Vida (TOV), a cuya fundación y consolidación dedicó aproximadamente diez años, escribiendo para su eficaz funcionamiento, dos libros fundamentales: el ‘Manual del Guía TOV’ y ‘Estilo y Vida de los Guías’ y grabando siete casetes con la misma finalidad.

El Padre Larrañaga es asimismo autor de 16 libros que han alcanzado numerosas ediciones y han sido traducidos a 10 idiomas. Entre sus escritos destacan “Muéstrame tu rostro”, “El hermano de Asís”, “El pobre de Nazaret”, “Salmos para la vida”, “El silencio de María”, “Del sufrimiento a la paz”, “El matrimonio feliz”.

Plegaria de la noche

Padre mío, ahora que las voces se silenciaron
y los clamores se apagaron,
aquí al pie de la cama
mi alma se eleva hasta a Ti para decirte:

Creo en Ti, espero en Ti,
te amo con todas mis fuerzas.
Gloria a Ti, Señor.

Deposito en tus manos
la fatiga y la lucha,
las alegrías y desencantos
de este día que quedó atrás.

Si los nervios me traicionaron
si los impulsos egoístas me dominaron,
si di entrada al rencor o a la tristeza,
¡perdón, Señor! Ten piedad de mí.

Si he sido infiel,
si pronuncié palabras vanas,
si me dejé llevar por la impaciencia,
si fui espina para alguien, ¡perdón, Señor!
No quiero esta noche entregarme al sueño
sin sentir sobre mi alma
la seguridad de tu misericordia,
tu dulce misericordia
enteramente gratuita, Señor.

Te doy gracias, Padre mío,
porque has sido la sombra fresca
que me ha cobijado
durante todo este día.
Te doy gracias porque
-invisible, cariñoso, envolvente-
me has cuidado como una madre,
a lo largo de estas horas.

Señor, a mi derredor
ya todo es silencio y calma.
Envía el ángel de la Paz a esta casa.
Relaja mis nervios, sosiega mi espíritu,
desata mis tensiones,
inunda mi ser de silencio y serenidad.

Vela sobre mí, Padre querido,
mientras me entrego confiado al sueño,
como un niño que duerme feliz en tus brazos.

En tu nombre, Señor,
descansaré tranquilo. Así sea. 

P. Ignacio Larrañaga

La frase de hoy

“Señor, envíame cada alborada un ángel,
para que arranque de mi corazón los cardos y las ortigas,
por si, durante la noche, el enemigo los hubiere plantado” 
P. Ignacio Larrañaga

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Mercedes y Leandro, de Rosario, Argentina, que están buscando trabajo, para que, con la bendición de Dios, pronto encuentren lo que desean.

Pedimos oración por la salud de Miriam Beatriz S., de Frías, Argentina, afectada de fibromialgia, rogando a Jesús que le conceda mejorar y aliviar sus dolores.

Pedimos oración por la señora Delia de B., que vive en Nueva Orleans (USA), de 90 años de edad, con los achaques propios de la edad, no puede levantarse ni andar, está muy dolorida. Ella es muy devota de Jesús y seguramente Él hará que sus molestias se alivien y sus días tengan al menos una cierta calidad de vida mientras sea Su voluntad.

Pedimos oración por Virgilio C., cubano residente en Miami (USA), enfermo de diabetes, que se ha caído y tiene un hematoma cerebral por lo que está hospitalizado.

Pedimos oración por Luis B. M., de México, internado por cáncer de páncreas. Que el Buen Jesús le conceda sus gracias sanadoras.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

En provecho de los otros

“… sin procurar mi propio interés, sino el de la mayoría, para que se salven” (1 Cr 10, 33). Ese desinterés absoluto de Pablo, lo propone el Vaticano II como ejemplo a los que tienen cura de almas, los cuales “practican la ascesis propia del pastor de almas, renunciando a sus propios intereses, no buscando su utilidad particular, sino la de muchos, a fin de que se salven” (PO 13). Esta enseñanza vale proporcionalmente para cualquier apóstol. Dar de lado resueltamente al interés propio, para atender en total desinterés y, por ende, con total pureza de intención, al servicio de Dios y de los hermanos es la piedra de toque de los apóstoles auténticos… El desinterés de un apóstol tiene una fuerza especial para convencer al mundo de la sinceridad de su fe en los valores eternos y para persuadirle que la verdadera felicidad no se ha de buscar en los bienes terrenos, sino sólo en Dios.

El Vaticano II insiste en que los apóstoles, junto con el espíritu de pobreza, cultiven el “de la propia abnegación, de suerte que se habitúen a renunciar con prontitud a las cosas que, aun siendo lícitas, no son convenientes, y a asemejarse a Cristo crucificado” (OT 9). Cae de su peso que todo apóstol, tanto más si está consagrado por la ordenación sacerdotal o la profesión  de los consejos evangélicos, está obligado a un espíritu de abnegación más profundo que el de un simple cristiano, el cual puede permitirse actitudes y alivios que desentonarían en un apóstol. Este ha de vivir como hermano entre hermanos (PO9), en el sentido de no hacer pesar sobre ellos su autoridad y no querer descollar o dominar, no en el sentido peyorativo de compartir cualquier aspecto de la vida secular. No son los espectáculos o entretenimientos mundanos, ni las lecturas o conversaciones libres los que preparan al hombre actual a la comprensión del mensaje. En todo caso el apóstol, se ha de mantener a un nivel de equilibrio y de renuncia que lo distinga de los demás, no para contraponerse a ellos, sino para ser luz que emerge y guía, para ser “la ciudad puesta sobre un monte” (Mt 5, 13), la sal que no se torna insípida; pues si no “¿con qué se lo salará?” (ib.).

No se trata de alejarse del mundo, pues el apóstol está llamado a ejercer en él su influencia, y tanto menos a cerrarse al conocimiento del hombre, sino de encontrar un justo equilibrio. San Pablo indica el camino: “No os acomodéis al mundo presente, antes transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir lo que es la voluntad de Dios” (Rm 12, 2). El apóstol que ha formado su mente en un espíritu evangélico genuino de desasimiento, renuncia, pureza integral y, al mismo tiempo, de caridad y de apertura a los hermanos, sabrá distinguir lo que es útil verdaderamente a los fines del apostolado de lo que le es dañoso y aun pudiera servir de escándalo a los mismos mundanos. Por lo demás lo que los hombres piden a los apóstoles es sobre todo el ejemplo de un Evangelio vivido, es un corazón abierto a sus sufrimientos, una mano tendida para darles ayuda, una fe sin incertidumbres testimoniada con la vida.

Señor, quienes apacientan tus ovejas con ánimo de hacerlas suyas propias y no tuyas, claramente manifiestan que se aman a sí mismos y no a ti, haciéndolo con vistas a la gloria, al predominio o a la codicia, y no por el amor de obedecer, hacer el bien y agradarte a ti… Contra esto nos pone en guardia tu voz insistente. Porque ¿qué otra cosa quiere decir: “¿Me amas? Apacienta mis ovejas”, sino: Si me amas, no pienses en apacentarte a ti, sino a mis ovejas como mías, no como tuyas; busca mi gloria en ellas y no la tuya; mi dominio, y no el tuyo; mis intereses y no los tuyos… Señor, que no nos amemos pues a nosotros mismos sino a ti; y en el apacentamiento de tus ovejas no busquemos nuestros intereses, sino los tuyos. (San Agustín)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

lunes, 28 de octubre de 2013

Pequeñas Semillitas 2176

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2176 ~ Martes 29 de Octubre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Podría definirse la oración como el esfuerzo del hombre por alcanzar a Dios y comunicarse con este ser invisible, creador de todas las cosas, suprema sabiduría, verdad, belleza y fortaleza, padre y redentor de cada ser. Cuando en ferviente oración nos dirigimos a Dios, tanto el alma como el cuerpo experimentan una sensible mejoría. Uno puede orar en las calles, los teatros, las oficinas, las escuelas, como así también en el recogimiento de la propia habitación o en medio de multitudes. No hay prescripciones respecto a posturas, tiempo o lugar. Sin embargo para poder moldear la personalidad, es necesario que la oración se convierta en un hábito. De poco sirve orar por la mañana, si se vive el resto del día como un ateo. La verdadera oración moldea la vida y una vida auténtica exige la oración. La oración es, ciertamente, el medio más importante para reconstruir y rehabilitar a un hombre.
Alexis Carrel

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».
(Lc 13,18-21)

Comentario
Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas, ponen ante nuestros ojos una de las características propias del Reino de Dios: es algo que crece lentamente —como un grano de mostaza— pero que llega a hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del cielo. Así lo manifestaba Tertuliano: «¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta parábola, Nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la esperanza. Estas virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a la propagación del Reino de Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla sembrada, con la gracia de Dios y con la cooperación humana, vaya creciendo, ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose poco a poco hasta convertirse en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la virtualidad —fecundidad— contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la Palabra; es también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión. Nuestro Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae en tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).
El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se habla de la capacidad que tiene la levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con “el resto de Israel” de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el fermento esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal capaz de preservar de la corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf. Mt 5,13). También es necesario dar tiempo para que la levadura realice su labor.
Parábolas que animan a la paciencia y la segura esperanza; parábolas que se refieren al Reino de Dios y a la Iglesia, y que se aplican también al crecimiento de este mismo Reino en cada uno de nosotros.
Rev. D. Lucas Francisco MATEO Seco (Pamplona, Navarra, España)

Santoral Católico:
San Narciso de Jerusalén
Obispo
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Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Cercanía de Dios

La lectura meditada de la Biblia te llevará a la vivencia de que Dios está contigo. Te parecerá escucharlo y decirte con dulce voz: “Yo estoy contigo. Aquí a tu lado me tienes. Ni por un momento te desamparo. Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor”. Hoy la Reina de la Paz te invita a crecer en la firme convicción de que Dios está contigo y te ama.

“¡Queridos hijos! También hoy los invito a tener más confianza en mí y en mi Hijo. Él ha vencido con su muerte y resurrección y los llama, para que a través de mí, sean parte de su alegría. Hijitos, ustedes no ven a Dios pero, si oran, sentirán su cercanía. Yo estoy con ustedes e intercedo ante Dios por cada uno de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

La clave está en la oración que alcanza poco a poco la meta señalada por san Pablo: “Vivan dando gracias a Dios”; también: “En cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica”: y además, “Perseveren en la oración, velando siempre en ella con acción de gracias”. Santa Teresa hablando de la oración dice, “Se trata de amar mucho”.
Padre Natalio

Tema del día:
¿Hay pecados imperdonables?
1) Para saber

¿Hay algún pecado que Dios no perdone? Sabemos que Dios es infinitamente misericordioso, pero hay un texto en el Evangelio que nos dice que el pecado contra el Espíritu Santo no será perdonado (cfr. Mt 12, 32; Mc 3, 29). ¿A qué se refiere este pecado?

El Magisterio de la Iglesia, a través del “Catecismo de la Iglesia Católica”, nos da la explicación: “No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna” (n. 1864).

Al habernos creado libres, Dios respeta esa libertad y si alguno no quiere arrepentirse y no pide perdón, queda sin el perdón divino.

2) Para pensar

El Papa Francisco recordó que hay dos grandes obstáculos para la reconciliación de los hombres o de los grupos o naciones:

En primer lugar, la soberbia del que no reconoce la propia culpa y se niega por tanto a pedir perdón a quienes ha podido ofender con sus actos. No recibe el perdón, quien no muestra arrepentimiento.

En segundo lugar, la soberbia de quien se considera ofendido y espera que los "ofensores" se disculpen y le pidan el perdón de sus ofensas.

En las dos partes hay obstáculos para la reconciliación porque la soberbia ofusca: agranda las ofensas cometidas por los demás y esconde nuestras culpas.

El Papa Francisco, en un discurso vibrante y encendido, se refirió al “síndrome de Jonás” como aquella enfermedad que pueden sufrir las personas de bien y que consiste en encerrarse en su propia torre de marfil. En la historia de Jonás, el Señor le pide que vaya a Nínive para advertirles de su pecado, pero Jonás huyó a otro lugar. El Papa lo explica: “Jonás tenía las cosas claras: "la doctrina es ésta y se debe hacer esto" y que los pecadores "se las arreglen ellos solos, yo me voy".

A aquellos que viven según este “síndrome de Jonás", añadió el Pontífice, Jesús "llama hipócritas, porque no quieren la salvación de la gente pobre, de los ignorantes y de los pecadores… se busca una santidad -me permito la palabra- una santidad de lavandería, toda bonita, impecable, pero sin ese celo de ir a predicar el Señor". Síndrome que consiste en no tener celo por la conversión de la gente.

Podemos pensar si no habremos contraído dicho síndrome al ocuparnos nada más de hacer bien nuestras cosas, sin atender a los necesitados.

3) Para vivir

En el momento en que uno se siente "bueno", su propia bondad se convierte en el principal obstáculo de la reconciliación. En el mismo momento en que se enroca en su castillo, se separa de los pecadores. La soberbia no sólo exalta al pecador, también lo lleva a despreciar a los demás.

Por eso el Papa nos invita a todos a salir de nosotros mismos y de ir al encuentro de los demás, sin tener en cuenta las culpas de unos y de otros. Más aún, dando el paso de reconocer nuestras culpas y de pedir perdón a quienes hemos ofendido.

Nosotros podemos siempre perdonar, aunque nadie nos haya pedido perdón. Así seguiremos el consejo de Jesús: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Mt 6,36).
Pbro. José Martínez Colín

Palabras del Papa Francisco

“La oración, ante un problema, una situación difícil, a una calamidad, es abrirle la puerta al Señor para que venga. Porque Él rehace las cosas, sabe arreglar las cosas, acomodar las cosas. Orar por esto: abrir la puerta al Señor, para que pueda hacer algo. ¡Pero si cerramos la puerta, el Señor no puede hacer nada!”
Papa Francisco

Oración a San Miguel Arcángel 
San Miguel Arcángel
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial
arroja en el infierno con tu divino poder
a satanás y demás espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para perdición de las almas.
Amén

La Festividad de San Miguel Arcángel se celebra el 29 de Setiembre.
Pero igualmente es una práctica muy recomendada el rezar esta oración
todos los días a la finalización de la Santa Misa.
Y también en estos tiempos para pedir por el Santo Padre
y por la santidad de todos los sacerdotes del mundo.
En "Pequeñas Semillitas" la publicaremos los días 29 de cada mes.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

“Intimidad Divina”

Cada día afronto la muerte

Así como Jesús por su Pasión salvó al mundo y entró en su gloria, de semejante manera los apóstoles “mortifican en sí mismos las obras de la carne y se consagran totalmente al servicio de los hombres, y así, por la santidad de que están enriquecidos en Cristo, pueden avanzar hasta el varón perfecto” (PO 12). Este principio que el Vaticano II propone como base para la santidad sacerdotal, se ha de aplicar a todos los apóstoles, los cuales han de sentirse tanto más obligados a una práctica asidua de la mortificación cuanto más su misión los lleve a representar a Cristo y a obrar “en persona de Cristo”. “De ahí que (a los sacerdotes) se los invite a imitar lo mismo que tratan, en el sentido de que, celebrando el misterio de la muerte del Señor, procuren mortificar sus miembros de vicios y concupiscencias” (ib. 13). La actividad apostólica vivida con deseo sincero de buscar sólo la gloria de Dios y el bien de los hermanos, ofrece continuas ocasiones para ello: renunciar a puntos de vista personales, adaptarse a la mentalidad de los otros, condescender y mantenerse firme según circunstancias, aceptar críticas o humillaciones y siempre olvidarse de sí para darse a los otros.

Las vibrantes afirmaciones de San Pablo: “estoy crucificado con Cristo” (Gl 2, 20); “llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús” (Gl 6, 17); “siempre y doquier llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús” (2 Cr 4, 10), no son sólo palabras o fruto de exaltación religiosa, sino que reflejan la realidad de su aventura apostólica vivida en íntima unión con el misterio de Cristo crucificado. Su fe en el Hijo de Dios que le amó y se entregó por él es tan viva y concreta, que toda renuncia o tribulación inherente a su condición de apóstol la vive con un deseo permanente de asociarse más íntimamente cada vez a la pasión de su Señor. Los sacrificios, los trabajos, las privaciones y las persecuciones encontradas en el apostolado no tienen para Pablo otro objeto que “entregarlo a la muerte”, o sea reproducir en él el talante de un Cristo doliente y aun moribundo, y así ser penetrado por el poder de su vida para comunicar esa vida a muchos.

Lo que es “muerte” para él, será “vida” para los que evangeliza; por eso nunca encuentra excesivo el sacrificarse o padecer, antes afirma con entusiasmo: “la muerte actúa en nosotros, pero en vosotros la vida” (ib 12). Está profundamente persuadido de que cuanto más tenga que sufrir con Cristo, tanto más numerosos serán a los que él dará la vida. Este es el secreto de su invicta fortaleza frente a padecimientos que atenazan su espíritu y su cuerpo, y lo atribulan “en todo: por fuera, luchas; por dentro, temores” (ib 7, 5), hasta hacerle decir que cada día afronta la muerte por el Evangelio. Como Pablo, el apóstol verdadero tiene el coraje de sujetarse cada día a la “muerte” por amor de Cristo y de los hermanos; no a una muerte ideal o hipotética, sino concreta, sufrida momento a momento en los sacrificios reales que impone el apostolado, no esquivándolos, sino abrazándolos de corazón, convencido de que su actividad sólo será fecunda si va marcada con la muerte de Cristo, compartida hasta que se convierta en muerte personal.

Haz, Señor, que te imite en el sacrificio y en el sufrimiento, imitarte en los tres años de laborioso ministerio y consagrarme al trabajo, al celo y a las fatigas apostólicas… sería nada si no te imitase en la pasión. Tú me das a entender que todas las fatigas y todos los trabajos son estériles, si no están avalorados por el espíritu de pasión y sufrimiento como tú, oh Cristo. Haz que me entregue por la redención de los hombres… imitándote a ti que te diste como víctima para la reparación del género humano. Enséñame a negarme todo lo que de cualquier manera puede serme de gozo y consuelo, y a vivir una vida de pasión continua contigo, en ti y por ti, para redención de las almas. (G. Canovai)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-