lunes, 30 de septiembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2161

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2161 ~ Lunes 30 de Setiembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Siguiendo con le meditación de la Liturgia de ayer domingo, digamos que el Evangelio no se ocupa de temas económicos o sociológicos, pero cuando aparece el tema dinero, riqueza económica, Jesús denuncia la injusticia y la despreocupación por el indigente.
La Liturgia habla de la insensibilidad que el dinero puede producir en el corazón de quien se aferra a él. El tema del buen uso de los bienes materiales comenzó el domingo pasado con la parábola del administrador infiel.
Hay que entender bien el mensaje del Evangelio: el hombre rico no se condena “por ser rico”, sino que su pecado es netamente la omisión. El hombre rico se condena por su insensibilidad, por desentenderse de una necesidad conocida y manifiesta: A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico…
Preguntémonos: ¿Cuánto cae de nuestra mesa? ¿Cuánto sobra en nuestros placeres y alacenas? Todos somos ricos con relación a los que no tienen ni lo elemental. ¿Es que nos cuesta tanto soltar nuestro dinero y ser sensibles y generosos?
“El Domingo”

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».
Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».
(Lc 9,46-50)

Comentario
Hoy, camino de Jerusalén hacia la pasión, «se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor» (Lc 9,46). Cada día los medios de comunicación y también nuestras conversaciones están llenas de comentarios sobre la importancia de las personas: de los otros y de nosotros mismos. Esta lógica solamente humana produce frecuentemente deseo de triunfo, de ser reconocido, apreciado, agradecido, y falta de paz, cuando estos reconocimientos no llegan.
La respuesta de Jesús a estos pensamientos —y quizá también comentarios— de los discípulos recuerda el estilo de los antiguos profetas. Antes de las palabras hay los gestos. Jesús «tomó a un niño, le puso a su lado» (Lc 9,47). Después viene la enseñanza: «El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor» (Lc 9,48). —Jesús, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar que esto no es una utopía para la gente que no está implicada en el tráfico de una tarea intensa, en la cual no faltan los golpes de unos contra los otros, y que, con tu gracia, lo podemos vivir todos? Si lo hiciésemos tendríamos más paz interior y trabajaríamos con más serenidad y alegría.
Esta actitud es también la fuente de donde brota la alegría, al ver que otros trabajan bien por Dios, con un estilo diferente al nuestro, pero siempre valiéndose del nombre de Jesús. Los discípulos querían impedirlo. En cambio, el Maestro defiende a aquellas otras personas. Nuevamente, el hecho de sentirnos hijos pequeños de Dios nos facilita tener el corazón abierto hacia todos y crecer en la paz, la alegría y el agradecimiento. Estas enseñanzas le han valido a santa Teresita de Lisieux el título de “Doctora de la Iglesia”: en su libro Historia de una alma, ella admira el bello jardín de flores que es la Iglesia, y está contenta de saberse una pequeña flor. Al lado de los grandes santos —rosas y azucenas— están las pequeñas flores —como las margaritas o las violetas— destinadas a dar placer a los ojos de Dios, cuando Él dirige su mirada a la tierra.
Prof. Dr. Mons. Lluís CLAVELL (Roma, Italia)

Santoral Católico:
San Jerónimo
Doctor de la Iglesia
Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420).

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Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

“Si tuviera 20 años”

Napoleón, desterrado en el islote de Santa Elena, hacia el final de su vida dijo un día a uno de los oficiales que lo acompañaban: “¡Ah, si yo volviera a tener 20 años, no dejaría ni un solo día de mi vida sin leer una página de la Biblia!!” Lástima que para él fue demasiado tarde.

Dicen las estadísticas que una persona común lee a lo largo de su vida unas 200.000 páginas de diarios con todo lo que sabemos que hay allí de chismes, escándalos, violencia, vanidad, frivolidad, politiquería, etc. (también hay algunas noticias rescatables y edificantes); y en cambio, la mayor parte de las personas del mundo mueren sin haber leído la Biblia, que no pasa de 1.500 páginas. Tuvieron ojos para leer 200.000 páginas de materialismo, sensacionalismo y banalidades, y no les alcanzó la vista para comer con sus ojos las 1.500 páginas de Maná venido del cielo, del Pan de vida eterna, para tomar fuerza cada día y ser mejores personas: más generosas, más pacientes, más responsables y llenas de fe en Dios.

Tienes tiempo todavía…con la ayuda del Señor toma la mejor decisión: leer cada día una página de la Biblia. Puedes comenzar con leer el Evangelio que la Iglesia propone para ese día. Lo puedes encontrar aquí mismo en nuestro sitio web, donde hay también un breve comentario para orientar tu lectura y reflexión.
Padre Natalio

La frase de hoy

"Ignorar la Escritura es ignorar a Cristo.
¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras,
a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo,
que es la vida de los creyentes?" 
San Jerónimo

Tema del día:
Que la mañana nos encuentre sembrando
No tenemos en nuestras manos las soluciones para los problemas del mundo. Pero frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos.

Cuando el Dios de la historia venga, nos mirara las manos. El hombre de la tierra no tiene el poder de suscitar la primavera. Pero tiene la oportunidad de comprometer sus manos con la primavera. Y es así, que la primavera lo encuentra sembrando. Pero no sembrando la primavera; sino sembrando la tierra para la primavera. Porque cada semilla, cada vida que en el tiempo de invierno se entrega a la tierra, es un regalo que se hace a la primavera. Es un comprometer las manos con la historia.

Sólo el hombre en quien el invierno no ha asesinado la esperanza, es un hombre con capacidad de sembrar. El contacto con la tierra engendra en el hombre la esperanza. Porque la tierra es fundamentalmente el ser que espera. Es profundamente intuitiva en su espera de la primavera, porque en ella anida la experiencia de los ciclos de la historia que ha ido haciendo avanzar la vida en sucesivas primaveras parciales.
 
El sembrador sabe que ese puñado de trigo ha avanzado hasta sus manos de primavera en primavera, de generación en generación, superando los yuyales, dejándolos atrás. Una cadena ininterrumpida de manos comprometidas ha  hecho llegar hasta sus manos comprometidas, esa vida que ha de ser pan.  En este momento de salida del invierno latinoamericano es fundamental el compromiso de siembra. Lo que ahora se siembra, se hunde, se entrega, eso será lo que verdeara en la primavera que viene. Si comprometemos nuestras manos con el odio, el miedo, la violencia vengadora, el incendio de los pajonales, el pueblo nuevo sólo tendrá cenizas para alimentarse. Sera una primavera de tierras arrasadas donde solo sobrevivirán los yuyos más  fuertes o las semillas invasoras de afuera.

Tenemos que comprometer nuestras manos en la siembra. Que la madrugada nos encuentre sembrando. Crear pequeños tablones sembrados con cariño, con verdad, con desinterés, jugándonos limpiamente por la luz en la penumbra del amanecer. Trabajo simple que nadie verá y que no será noticia. Porque la única noticia auténtica de la siembra la da sólo la tierra y la historia, y se llama cosecha. En las mesas se llama pan. Si en cada tablón de nuestro pueblo cuatro hombres o mujeres se comprometen en esa siembra humilde, para cuando amanezca tendremos pan para todos. Porque nuestra tierra es fértil. Tendremos paz y pan para regalar a todos los hombres del mundo que quieran habitar en nuestro suelo.

Si amamos nuestra tierra, que la mañana nos encuentre sembrando.
Fray Mamerto Menapacce
Monje Benedictino

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por las siguientes personas de Costa Rica: Kenneth G. V. y Yudy Z. C.; Antonella G. Z.; y por el matrimonio de Yudy.

Pedimos oración por la pronta recuperación de María, de Buenos Aires, Argentina, quien fue recientemente operada de cadera, para que el Señor, en su infinita Misericordia,  le brinde un pronto restablecimiento.

Pedimos oración por Jorge F., de Perú, a quien por causa de su diabetes podrían tener que amputarle una pierna. Que por la intercesión de Juan Pablo II y la Virgen de Lourdes se pueda controlar la enfermedad sin llegar a la amputación.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

“Intimidad Divina”

Espíritu de adopción

“En verdad, en verdad te digo –afirmó Jesús a Nicodemo–: si uno no naciera de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3, 5). Es el Espíritu Santo quien del hombre natural crea el hombre nuevo, el hijo de Dios. El que promovió la encarnación del Hijo del Altísimo, promueve también el renacer espiritual del hombre como hijo adoptivo de Dios; él que guió a Cristo, el Hijo por naturaleza del Padre, al cumplimiento de su misión, forma y guía a los hijos adoptivos para que vivan según la adopción recibida. La virtud del Espíritu Santo justifica al hombre: lo libra del pecado, le hace renacer como “nueva criatura”, en inocencia perfecta. Y no es eso todo. Haciendo su morada en el bautizado, el Espíritu Santo derrama en él el espíritu de adopción, o sea forma en él un corazón de hijo y le da el sentido de su filiación divina y el sentido de la paternidad de Dios.

“Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos” (1 Jn 3, 1). Justamente porque la gracia de adopción es obra del amor, se atribuye especialmente al Espíritu Santo, Espíritu de amor. Él quiere formar en el cristiano una verdadera conciencia de hijo de Dios, de modo que lo sea no sólo de nombre sino de hecho, en la vida concreta. Le enseña a portarse, no con “un espíritu de esclavos”, sino con “un espíritu de hijos” (Rm 8, 15), emulando los sentimientos de Jesús para con el Padre: amor, confianza y entrega absoluta. Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” (ib. 14). No se trata de una guía exterior, sino interior, que transforma al hombre, lo mueve y lo impulsa desde dentro infundiéndole sentimientos, afectos y deseos nuevos. Eso es posible justamente porque el Espíritu Santo ha sido dado a los creyentes y mora en ellos. Tener el Espíritu Santo morando en el corazón y no dejarse conducir por él ni acoger sus inspiraciones, significa paralizar el crecimiento de hijos de Dios y condenarse a una especie de raquitismo espiritual.

La adopción de hijos es una gracia destinada a penetrar toda la vida del creyente; pero eso exige una fidelidad continua al Espíritu Santo. Por otra parte, la adopción es un don otorgado como primicia de frutos que madurarán plenamente sólo en la gloria eterna; “también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu –dice el Apóstol–, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando la redención de nuestro cuerpo” (ib. 23). Mientras vive en la tierra el cristiano espera la redención total, que será cuando su cuerpo participe también de la gloria de los hijos de Dios; en el entretanto no puede considerarse nunca hijo completo y perfecto, sino en formación permanente y en proceso de regeneración y reformación cada vez más profunda por obra del Espíritu Santo. Abriéndose totalmente a su influjo, el Espíritu de adopción le infundirá ese instinto sobrenatural, fruto de sus dones, que lo hará atento y pronto a pensar y obrar como verdadero hijo de Dios.

Oh Amor infinito, que procedes del Padre y del Hijo, dame el Espíritu de adopción, enséñame a obrar siempre como verdadero hijo de Dios. Mora en mí, y haz que yo more en ti, para amarte como me amas tú. Soy nada sin ti…; nada valgo, pero tenme unido a ti y lléname de tu amor, para que por tu medio permanezca unido al Padre y al Hijo… Concédeme estar siempre pronto a ser movido por tu toque divino; haz que me deje guiar por ti, para que puedas verter plenamente en mí esa gracia divina de la adopción sobrenatural que el Padre ha querido para mí y que tu Hijo me ha merecido. ¡Qué alegría tan profunda y qué libertad interior tan grande saborea el alma que se entrega de ese modo a tu acción! Tú, oh Espíritu divino, le concedes conseguir frutos de santidad aceptos a Dios; con tu toque infinitamente delicado efectúas en ella la obra de Jesús, o mejor, formas en ella a Jesús…, para que por obra tuya se produzca en sí, para gloria del Padre, los rasgos de esa filiación divina que tenemos en Cristo Jesús. (C. Marmión, Cristo vida del alma).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

domingo, 29 de septiembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2160

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2160 ~ Domingo 29 de Setiembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Según Lucas, cuando Jesús gritó “no podéis servir a Dios y al dinero”, algunos fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero “se reían de él”. Jesús no se echa atrás. Al poco tiempo, narra una parábola desgarradora para que los que viven esclavos de la riqueza abran los ojos.
Jesús describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo pobre que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre.
El relato describe a los dos personajes destacando fuertemente el contraste entre ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo, el cuerpo del pobre está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de fiesta sino a diario, el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a la boca lo que cae de la mesa del rico. Sólo se acercan a lamer sus llagas los perros que vienen a buscar algo en la basura.
No nos engañemos. Jesús no está denunciando solo la situación de la Galilea de los años treinta. Está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, a unas horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más absoluta.
Es inhumano encerrarnos en nuestra “sociedad del bienestar” ignorando totalmente esa otra “sociedad del malestar”. Es cruel seguir alimentando esa “secreta ilusión de inocencia” que nos permite vivir con la conciencia tranquila pensando que la culpa es de todos y es de nadie.
Nuestra primera tarea es romper la indiferencia. Resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. No continuar aislándonos mentalmente para desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta, para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto.
El Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos cada vez más insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la responsabilidad fraterna y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.
José Antonio Pagola

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Hasta los perros venían y le lamían las llagas.
»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.
»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».
(Lc 16,19-31)

Comentario
Hoy, Jesús nos encara con la injusticia social que nace de las desigualdades entre ricos y pobres. Como si se tratara de una de las imágenes angustiosas que estamos acostumbrados a ver en la televisión, el relato de Lázaro nos conmueve, consigue el efecto sensacionalista para mover los sentimientos: «Hasta los perros venían y le lamían las llagas» (Lc 16,21). La diferencia está clara: el rico llevaba vestidos de púrpura; el pobre tenía por vestido las llagas.
La situación de igualdad llega enseguida: murieron los dos. Pero, a la vez, la diferencia se acentúa: uno llegó al lado de Abraham; al otro, tan sólo lo sepultaron. Si no hubiésemos escuchado nunca esta historia y si aplicásemos los valores de nuestra sociedad, podríamos concluir que quien se ganó el premio debió ser el rico, y el abandonado en el sepulcro, el pobre. Está claro, lógicamente.
La sentencia nos llega en boca de Abraham, el padre en la fe, y nos aclara el desenlace: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males» (Lc 16,25). La justicia de Dios reconvierte la situación. Dios no permite que el pobre permanezca por siempre en el sufrimiento, el hambre y la miseria.
Este relato ha movido a millones de corazones de ricos a lo largo de la historia y ha llevado a la conversión a multitudes, pero, ¿qué mensaje hará falta en nuestro mundo desarrollado, hiper-comunicado, globalizado, para hacernos tomar conciencia de las injusticias sociales de las que somos autores o, por lo menos, cómplices? Todos los que escuchaban el mensaje de Jesús tenían como deseo descansar en el seno de Abraham, pero, ¿cuánta gente en nuestro mundo ya tendrá suficiente con ser sepultados cuando hayan muerto, sin querer recibir el consuelo del Padre del cielo? La auténtica riqueza es llegar a ver a Dios, y lo que hace falta es lo que afirmaba san Agustín: «Camina por el hombre y llegarás a Dios». Que los Lázaros de cada día nos ayuden a encontrar a Dios.
Rev. D. Valentí ALONSO i Roig (Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santos Miguel, Gabriel y Rafael
Arcángeles
Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.

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Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Súplica de fortaleza

Hay mañanas en que te levantarás con una sensación de debilidad para afrontar los desafíos y trabajos del día que comienza. Aquí te ofrezco una oración para pedir que el poder infinito de Dios penetre todo tu ser y te dinamice para afrontar con redoblado vigor todas tus obligaciones. Es del P. Víctor Fernández en su excelente libro “Un estímulo para cada día”.

Infinito Dios, puro poder y fuerza sin límites. Tú eres mi creador. Yo no soy la obra de un ser débil o cansado. Soy obra tuya, Dios todopoderoso. Por eso confío en ti, Señor, y te ruego que derrames todavía más tu poder en mi vida. Dios infinitamente potente y fuerte, que todo lo sostienes, mira mi debilidad y penetra todo mi ser con ese poder que no tiene límites. Fortalece cada fibra de mi cuerpo y de mi interior. Así, yo sé que nada podrá derribarme, porque ningún poder humano, ninguna enfermedad y ninguna dificultad pueden ser más fuertes que tú. Lléname de tu vida feliz, Señor amado. Amén.

Cuando el tiempo me apremia, acostumbro decir esta plegaria inspirada en Isaías 12, 2-3: “Confío y no temo, porque tú, Señor, eres mi fuerza y mi poder, mi energía y mi vigor, tú eres mi salvador. Bebo ahora mismo, con alegría, de ti, fuente de salvación”. Subraya el símbolo tomándote un vaso de agua. Que experimentes hoy la fuerza del Señor.
Padre Natalio

Palabras del Beato Juan Pablo II

Es preciso partir desde Cristo para abrirnos en Él, con los gemidos inefables del Espíritu, al abrazo del Padre: ¡Abbá, Padre! Es preciso partir nuevamente desde Él para redescubrir la fuente y la lógica profunda de nuestra fraternidad: Como yo os he amado, así también amaos vosotros los unos a los otros
Beato Juan Pablo II

Tema del día:
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El domingo pasado se hablaba del “administrador infiel” que fue astuto en sus asuntos materiales; y Jesús nos decía que debemos usar los bienes materiales de modo que podamos conseguir los bienes celestiales. Hoy se nos dice el modo normal para que los bienes materiales sirvan para la salvación. Es ayudando al necesitado.

Jesús nos lo dice por medio de una parábola. Lázaro era un mendigo que estaba junto a la casa de un rico, a quien se le llama “epulón”, que significa banqueteador. Lázaro tenía pocas pretensiones: sólo quería saciarse de las migajas de pan que caían de la mesa de los ricos comensales. Parece ser que había una costumbre de limpiarse los dedos con migas de pan, que hacían como de servilleta y que dejaban caer al suelo. Por allí había perros que se aprovechaban de ello. Esto quisiera comer Lázaro; pero no sólo no se lo daban, sino que hasta los perros le lamían las llagas. Era la mayor marginación posible. No nos dice cómo era de religioso este pobre.

Una enseñanza primera es que, al momento de la muerte Dios nos ha de juzgar y no todos tendremos el mismo destino. Es como un profesor, que al final del curso no puede dar a todos los alumnos la misma nota. Unos se salvarán para estar por toda la eternidad felices con Dios y otros serán condenados. Ni siquiera el cielo o el infierno serán igual para todos, ya que en esta vida somos diferentes ante Dios.

El hecho es que el pobre al morir fue al cielo, mientras que el rico fue al infierno. En el evangelio de san Lucas es como una explicación de lo que se había dicho en las bienaventuranzas: “Dichosos los pobres... Ay de los ricos”. No quiere decir con ello que el pobre se salvó sólo por ser pobre, ni el rico se condenó sólo por ser rico. Sobre el pobre, aunque no sepamos cómo era de religioso, aparece “manso y humilde”.

Del rico no se dice que oprimiera especialmente al pobre ni que blasfemara de Dios. Lo que se dice claramente es que no ayudaba al pobre. Con esto nos quiere enseñar Jesús que la caridad no sólo consiste en no hacer un mal al prójimo, sino que hay que hacer positivamente el bien. Cuando se habla de ser rico y tener que hacer el bien, no sólo se habla de ser rico en bienes materiales, porque se puede ser rico en salud, en cultura, en autoridad. Y todos tenemos que ayudar al prójimo.

El evangelista san Lucas, más que otros, insiste en la evaluación de las riquezas según las enseñanzas de Jesús. Las riquezas no son malas en sí, pero llegan a convertirse en una idolatría. Dice un refrán popular: “Se endurece más aprisa el corazón con el dinero que el huevo en el agua hirviendo”. El rico prefiere un dios que tenga boca, pero que no pueda hablar, para que no le hable de justicia, fraternidad o misericordia. Claro que el ser rico es algo relativo, porque muchos de nosotros, que nos creemos medio pobres, ante los muchos que se están muriendo de hambre, podemos parecer riquísimos. El hecho es que, si todos los millones que se emplean para gastos militares, se empleasen para alimentos, sobraría con creces para todo el mundo.

Hay otra enseñanza en la escena final de la parábola. El rico se acuerda de sus hermanos que son tan epulones como él. Piensa que si va a predicarles Lázaro o algún otro muerto, se convertirán. Jesús nos dice que tenemos aquí medios suficientes para convertirnos, como son la palabra de Dios predicada por los profetas o tantos mensajeros de la fe. Hay quienes piensan que si Dios hiciera algún milagro patente o espectacular o viniera algún muerto resucitado, todos se convertirían. Es una tentación como cuando le decían a Jesús: “Baja de la cruz y creeremos en ti”. Si no creen al papa y los obispos y tantos mensajeros de Dios vivos, tampoco creerían a un muerto.

Conversión es ponerse a compartir con mucha gente necesitada, no sólo de bienes materiales, sino de afecto, amistad, comprensión y palabras de aliento. Respecto a los bienes materiales podemos pensar en algo práctico proponiéndonos alguna cuota fija, quizá mensual, para alguna organización caritativa, como Caritas, etc.
P. Silverio Velasco (España)

Nuevo video y artículo

Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.

Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:

Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial
arroja en el infierno con tu divino poder
a satanás y demás espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para perdición de las almas.
Amén

Nunca olvidemos agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Adriana S., de la provincia de Córdoba, Argentina, agradece a Dios por la beatificación del Cura Brochero, porque él es su intercesor y nunca le suelta la mano, por ver la luz de cada día y por toda la vida que la rodea.

Julio “Tati” S., de la ciudad de Córdoba, Argentina, agradece a Dios y todas las personas que rezaron por su operación del día 11 de este mes, ya que los resultados son muy buenos.

“Intimidad Divina”

Domingo 26 del Tiempo Ordinario

La Liturgia de hoy es una exhortación a considerar las tremendas consecuencias de una vida relajada y frívola. En la primera lectura (Am 6, 1ª 4-7) vuelven los cáusticos reproches del profeta Amós a los ricos que se entregan a la molicie y al luja, preocupados por sacarle a la vida todo el jugo que pueda ofrecer. Los describe apoltronados en sus divanes, bebiendo y cantando, sin preocuparse del país que va a la ruina y profetiza: “Por eso irán al destierra a la cabeza de los cautivos. Se acabó la orgía de los disolutos” (ib. 7). La profecía se cumplirá treinta años después y será una de las muchas lecciones dadas por la historia sobre la ruina social y política que causa la decadencia moral. Pero la actual civilización del bienestar no parece haberlo comprendido. Hay, con todo, una reflexión más importante: la vida encerrada en los estrechos horizontes de los placeres terrenos es de por sí negación de la fe, impiedad y ateísmo práctico con el consiguiente desinterés por las necesidades ajenas. En pocas palabras, es el camino para la ruina en el tiempo y en la eternidad.

Este último aspecto aparece ilustrado en el Evangelio (Lc 16, 19-31) con la parábola que contrapone la vida del epulón a la del pobre. A primera vista el rico epulón parece tener más pecado que su excesivo apego al lujo y a la buena mesa; pero, yendo más a fondo, se descubre en él un absoluto desinterés de Dios y del prójimo. Todos sus pensamientos y preocupaciones se limitan a banquetear espléndidamente cada día (ib. 19), totalmente despreocupado del pobre Lázaro que desfallece a su puerta. En cuanto a éste, aunque la parábola no lo diga expresamente, es fácil reconocer en él uno de esos pobres que aceptan con resignación su suerte con la confianza puesta en Dios… Es obvio deducir que pobreza y sufrimiento lejos de ser signos de reprobación de Dios son medios de que él se sirve para inducir al hombre a buscar bienes mejores y poner en Dios su esperanza. Mientras la prosperidad y las riquezas con frecuencia hacen al hombre presuntuoso y menospreciador de Dios y de los bienes eternos, son un lazo que sofoca todo anhelo a realidades más altas.

La segunda lectura (1 Tm 6, 11-16) enlaza muy bien con las otras, ya que la exhortación con que comienza está en el polo opuesto de la búsqueda desordenada de los bienes terrenos. “La codicia es la raíz de todos los males” (ib. 10), acaba de decir San Pablo en los versículos precedentes, y añade enseguida: “Tú, en cambio, siervo de Dios, huye de todo esto, practica la justicia, la religión, la fe, el amor…” (ib. 11). Está llamando a cuidarse de intereses muy diferentes, a combatir “el buen combate de la fe”, a la “conquista de la vida eterna” (ib. 12). Está llamando a administrar no bienes temporales sino eternos, a guardar “el Mandamiento sin mancha” (ib. 14) y a transmitir sin alterarlo el patrimonio de la fe y del Evangelio.

Alaba, alma mía, al Señor…, él mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, libertad a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda, y trastorna el camino de los malvados. (Salmo 145, 6-9)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

sábado, 28 de septiembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2159

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2159 ~ Sábado 28 de Setiembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Padre, tú has creado este universo para que me ayude a conocerte mejor y a amarte mejor. Cada rayo de luz, cada flor, cada nuevo paisaje a la vuelta del camino es un mensajero oportuno que me invita, por senderos fáciles, a subir hasta ti. El rocío de la noche y el gallo que canta por la mañana, el viento que murmura al pasar y el pan sobre la mesa, todo me habla de tu bondad.
Pero me falta la atención del corazón para encontrarte en todas las cosas. Consérvame un alma vibrante, entusiasta, un alma joven, que no se canse de leer el poema de la Naturaleza. Ayúdame a encontrar bajo los colores y los sonidos tu pensamiento divino, como el lector encuentra, bajo las letras del libro, el pensamiento del autor.
¡Que la Naturaleza sea para mí un templo grandioso, donde cada detalle me revele tu gloria, tu poder y tu bondad!

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, estando todos maravillados por todas las cosas que Jesús hacía, dijo a sus discípulos: «Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto.
(Lc 9,43b-45)

Comentario
Hoy, más de dos mil años después, el anuncio de la pasión de Jesús continúa provocándonos. Que el Autor de la Vida anuncie su entrega a manos de aquéllos por quienes ha venido a darlo todo es una clara provocación. Se podría decir que no era necesario, que fue una exageración. Olvidamos, una y otra vez, el peso que abruma el corazón de Cristo, nuestro pecado, el más radical de los males, la causa y el efecto de ponernos en el lugar de Dios. Más aún, de no dejarnos amar por Dios, y de empeñarnos en permanecer dentro de nuestras cortas categorías y de la inmediatez de la vida presente. Se nos hace tan necesario reconocer que somos pecadores como necesario es admitir que Dios nos ama en su Hijo Jesucristo. Al fin y al cabo, somos como los discípulos, «ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto» (Lc 9,45).
Por decirlo con una imagen: podremos encontrar en el Cielo todos los vicios y pecados, menos la soberbia, puesto que el soberbio no reconoce nunca su pecado y no se deja perdonar por un Dios que ama hasta el punto de morir por nosotros. Y en el infierno podremos encontrar todas las virtudes, menos la humildad, pues el humilde se conoce tal como es y sabe muy bien que sin la gracia de Dios no puede dejar de ofenderlo, así como tampoco puede corresponder a su Bondad.
Una de las claves de la sabiduría cristiana es el reconocimiento de la grandeza y de la inmensidad del Amor de Dios, al mismo tiempo que admitimos nuestra pequeñez y la vileza de nuestro pecado. ¡Somos tan tardos en entenderlo! El día que descubramos que tenemos el Amor de Dios tan al alcance, aquel día diremos como san Agustín, con lágrimas de Amor: «¡Tarde te amé, Dios mío!». Aquel día puede ser hoy. Puede ser hoy. Puede ser.
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Lorenzo Ruiz y Compañeros
Mártires en Japón
Santos Lorenzo de Manila Ruiz y quince compañeros mártires, tanto presbíteros como religiosos y seglares, sembradores de la fe cristiana en Filipinas, Formosa y otras islas japonesas, a causa de lo cual, por decreto del supremo jefe del Japón, Tokugawa Yemitsu, en dis tintos días consumaron en Nagasaki su martirio por amor a Cristo, pero celebrados en única conmemoración (1633-1637)

Integran el grupo: santos Domingo Ibáñez de Erquicia, Jacobo Kyuhei Gorobioye Tomonaga, Antonio González, Miguel de Aozaraza, Guillermo Courtet, Vicente Shiwozuka, Lucas Alfonso Gorda, Jordán (Jacinto) Ansalone y Tomás Hioji Rokuzayemon Nishi, presbíteros de la Orden dominicana; Francisco Shoyemon, Miguel Kurobioye y Mateo Kohioye, religiosos de la misma Orden; Magdalena de Nagasaki, virgen de la Tercera Orden de San Agustín; Marina de Omura, virgen de la Tercera Orden dominicana; Lázaro de Kyoto, seglar.

Fecha de canonización: El Papa Juan Pablo II beatificó a este grupo de mártires el 18 de febrero de 1981 en Manila (Filipinas) y los inscribió en el catálogo de los santos el 18 de octubre de 1987.

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Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Ayudar a quien necesita

Este día que comienzas te presentará, sin duda, ocasiones de hacer alguna buena acción. Algunas, sin buscarlas, están ahí a la mano, como esperándote. Pero otras tienes que pensarlas y ponerlas en tu agenda. Unas y otras te entrenan y mantienen ágil en la actitud de servicio y entrega al prójimo. Una anécdota con humor: pero, sólo había apariencia de ayuda.

—Mamá –dice un niño a su madre, —¿me das veinticinco centavos?
—Toma.
Al día siguiente vuelve a pedirle el mismo dinero. Cuando pasan varios días con la misma petición, la madre, extrañada, le pregunta:
—¿Para qué quieres el dinero?
—Para dárselo a una anciana de la calle.
—Así me gusta, hijo, que seas caritativo. ¿Dónde pide esa mujer?
—No pide, vende helados...

Todo cristiano, en todo momento y en cualquier circunstancia de la vida está en condiciones de amar e imitar a Cristo, el incondicional servidor del Padre y de los hombres. El modelo humano que nos transmite Jesús, y que él realizó plenamente, es el de servidor. “El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir,” ayudar y entregarse por todos...
Padre Natalio

Palabras del Papa Francisco

“En el Credo profesamos la fe en la Iglesia que es una;
es decir que la Iglesia es única y es en sí misma unidad,
aunque esté esparcida en todos los continentes”
Papa Francisco

Historias:
Las tres pipas
En cierta ocasión un miembro de una tribu se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente.

Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad. El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo.

El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol. Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo, pero que sí le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa.

Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar. También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando.

Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos.

Como siempre, fue escuchado con bondad, pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores. El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su problema.

Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo: "Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperare un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho". Entonces el jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole: "Eso es precisamente lo que quería pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tú mismo".

En nuestra vida también nos podemos encontrar en situaciones difíciles donde necesitamos el consejo de una persona sabia que sepa dirigirnos antes de tomar una decisión precipitada. Ese consejo podremos descubrirlo en nuestros padres o en verdaderas amistades, no obstante, ningún mejor consejero que Dios mismo: El Espíritu Santo, quien está dispuesto a aconsejarnos para llevar a cabo nuestra santificación.

Es de lamentar que no acudamos a Él con la frecuencia debida. Parece que se repite la escena cuando San Pablo preguntó si habían recibido al Espíritu Santo a un grupo que habían abrazado la fe cristiana y le respondieron: “Ni siquiera hemos oído que haya Espíritu Santo” (Hechos 19,2).

Cristo llama al Espíritu Santo como “Paráclito”. Esta palabra tiene su origen griego y significa “llamado junto a uno” (con el fin de acompañar, consolar, aconsejar, defender...). Por ello también se le denomina como el Consolador o Abogado, pues nos defiende e intercede por nosotros. Es un consejero que nos habla en la intimidad al que hay que prestar atención y seguir siempre sus indicaciones.

Hagamos nuestra la petición que San Josemaría nos escribe: “Quítame, Jesús, esa corteza roñosa de podredumbre sensual que recubre mi corazón, para que sienta y siga con facilidad los toques del Paráclito en mi alma” (Camino, n. 130).
Pbro. José Martínez Colín

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Flor de María de B., que vive en la ciudad de Guatemala, y está sufriendo por problemas serios que tiene ella y porque a su esposo le descubrieron problemas renales y actualmente le hacen diálisis; rogando a Dios Nuestro Señor y a su Santísima Madre que les den fortaleza y mucha fe y ante todo mucho amor para sobrepasar las tribulaciones que están viviendo.

Pedimos oración por dos personas de Buenos Aires, Argentina: Jorge A.M. y Guillermo Alejandro J.; ambos perdieron a sus mamás en el lapso de 7 meses y para colmo fueron despojados o asaltados de pertenencias valiosas de las que nunca han podido recuperar. Le pedimos a Dios que los abrace y los envuelva en protección; les dé fuerzas y energías para seguir adelante, borrando y cancelando toda negatividad. Que el Espíritu los llene de paz, luz y sanación.

Pedimos oración por las siguientes personas de Santa Fe, Argentina: Darío, 46 años, con tumor en el cerebro; Oscar, 70 años, con psoriasis en todo su cuerpo; Silvia, 85 años, con depresión; Silvana, con problema para quedar embarazada; María Rosa B., 83 años, con varias complicaciones de salud; y María Rosa P., 58 años, pide luz al espíritu Santo para resolver de la mejor forma situaciones complicadas que está viviendo. Oramos por todos ellos.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

"Pequeñas Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío (moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com  con el título: “Suscripción a Pequeñas Semillitas”.

“Intimidad Divina”

Espíritu de amor y de sabiduría

El don primero y más excelente que el Espíritu Santo hace al hombre es la caridad. El cristiano, dice San Pablo, no debe abatirse en las tribulaciones de la vida, ni perder la esperanza, porque puede contar sin falta con el amor de Dios: “el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5). Este amor es la fuente de todos los bienes: de la justificación a la santidad, de la caridad fraterna a la comunión íntima con Dios, de la vida terrena transcurrida en gracia y amistad divina a la vida eterna establecida en un amor indefectible y en una contemplación beatificante. Nadie más que el Espíritu Santo, que es Amor sustancial, puede dar al hombre la convicción profunda de que es amado por Dios y al mismo tiempo moverlo a corresponder a ese amor. Él “impulsa a todos los hombres a amar a Dios Padre y al mundo y a los hombres en él” (AA 29)… El amor es la esencia del ser y de la santidad de Dios, y es la esencia de la vida y de la santidad del cristiano.

El Espíritu Santo, Espíritu de Amor, ilumina e inflama a un tiempo la mente y el corazón, el entendimiento y la voluntad. Así infunde en el cristiano un conocimiento más íntimo y gustoso de Dios y de sus misterios. Es lo que hace el don de la sabiduría, que no se basa en estudio, sino que se funda en el amor y mediante la riqueza del amor hace conocer y experimentar a Dios. Como una madre no conoce a su hijo por razonamiento sino por intuición derivada de su amor materno, así el cristiano mediante la caridad llega a un conocimiento intuitivo de Dios que saca del amor su luz y fuerza de penetración. Es un don del Espíritu Santo, porque es fruto de la caridad derramada por él en el creyente y participación de su sabiduría infinita. San Pablo rogaba por los Efesios para que fuesen “fortalecidos por la acción de su Espíritu…, para que…, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento”.

El misterio del amor infinito de Cristo, como todos los demás misterios, no puede ser profundizado sin un influjo especial del Espíritu Santo, sin ser “fortalecidos” por él y “arraigados y cimentados en el amor”. De este modo el don de sabiduría enriquece inmensamente la vida de oración: el orante se sumerge en Dios y en sus misterios, los experimenta y los gusta no sólo mediante la luz de la fe, sino mediante el amor. El influjo de la sabiduría no se detiene, con todo, aquí, sino ciñe la vida entera del cristiano enseñándole a ver todas las cosas en Dios. Es un saberlo y juzgarlo todo según Dios; no según criterios humanos, sino según criterios divinos. Es la sabiduría anunciada por el Apóstol: “una sabiduría que no es de este mundo…, una sabiduría de Dios, misteriosa”, revelada “por medio del Espíritu”, fruto de sus enseñanzas interiores; sabiduría que “el hombre natural ni capta”, porque las cosas de Dios sólo pueden ser juzgadas por “el Espíritu de Dios” (1 Cr 2, 6-14).

Tu sabiduría, oh Verbo, es como aquella zarza que mostraste a Moisés, que arde y no se consume… Huyan de esta sabiduría los que buscan y persiguen la sabiduría humana, que ante Dios es necedad… Huye también de esta sabiduría quien rompe tu unión, porque ofendiéndote a ti, se priva de ti y de sí. ¿Qué haces tú, oh Sabiduría de mi Verbo? Levantas el alma y la hundes en el abismo; edificas y demueles; siempre gimes y cantas, velas y duermes, caminas y nunca te mueves; sabiduría que tienes en ti todo tesoro y estás lejos de toda insensatez… Oh sabiduría, tú estableces los cielos que siempre giran, haces gloriosos a los espíritus angélicos y humanos, alimentas a las esposas del Verbo, haces fuertes a tus Cristos, tú confundes toda sabiduría y exaltas toda ignorancia, verificas toda verdad y confundes toda mentira. Oh sabiduría, eres la corona de la Iglesia, tu esposa y la riqueza del alma tu esposa. (Santa María Magdalena de Pazzis)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-