sábado, 23 de noviembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2201

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2201 ~ Sábado 23 de Noviembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Una breve historia para que saquemos provecho de ella:
Cuando era niño tenía rabietas a la menor provocación, y la mayoría de las veces después de  estos arrebatos, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado. Un día mi maestro, que me vio pidiendo excusas después de una explosión de ira, me llevó al aula y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: —¡Estrújala! Asombrado obedecí e hice con él una bolita.
—Ahora —volvió a decirme— déjalo como estaba antes. Por más que traté de dejarlo bien liso, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.
—El corazón de las personas —me dijo— es como ese papel... La impresión que en ellos dejas, será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.
Así aprendí a ser más comprensivo y paciente.

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, acercándose a Jesús algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la mujer. Ésta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer».
Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven».
Algunos de los escribas le dijeron: «Maestro, has hablado bien». Pues ya no se atrevían a preguntarle nada.
(Lc 20,27-40)

Comentario
Hoy, la Palabra de Dios nos habla del tema capital de la resurrección de los muertos. Curiosamente, como los saduceos, también nosotros no nos cansamos de formular preguntas inútiles y fuera de lugar. Queremos solucionar las cosas del más allá con los criterios de aquí abajo, cuando en el mundo que está por venir todo será diferente: «Los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido» (Lc 20,35). Partiendo de criterios equivocados llegamos a conclusiones erróneas.
Si nos amáramos más y mejor, no se nos antojaría extraño que en el cielo no haya el exclusivismo del amor que vivimos en la tierra, totalmente comprensible a causa de nuestra limitación, que nos dificulta el poder salir de nuestros círculos más próximos. Pero en el cielo nos amaremos todos y con un corazón puro, sin envidias ni recelos, y no solamente al esposo o a la esposa, a los hijos o a los de nuestra sangre, sino a todo el mundo, sin excepciones ni discriminaciones de lengua, nación, raza o cultura, ya que el «amor verdadero alcanza una gran fuerza» (San Paulino de Nola).
Nos hace un gran bien escuchar estas palabras de la Escritura que salen de los labios de Jesús. Nos hace bien, porque nos podría ocurrir que, agitados por tantas cosas que no nos dejan ni tiempo para pensar e influidos por una cultura ambiental que parece negar la vida eterna, llegáramos a estar tocados por la duda respecto a la resurrección de los muertos. Sí, nos hace un gran bien que el Señor mismo sea el que nos diga que hay un futuro más allá de la destrucción de nuestro cuerpo y de este mundo que pasa: «Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven» (Lc 20,37-38).
Rev. D. Ramon CORTS i Blay (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Clemente I
IV Papa de la Iglesia
 
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Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Con serenidad

Al empezar este día te ofrezco un breve poema. Te ayudará a dejar en manos del Señor toda turbación, porque él te anima a abrir el corazón a su infinito amor. La llave de la paz interior es la confianza en Dios, “como un niño en los brazos de su madre”. La musicalidad del himno parece una invitación a reposar en los brazos divinos…

Cantemos al Señor con indecible gozo,
él guarde la esperanza de nuestro corazón,
dejemos la inquietud posar entre sus manos,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.

Dichoso será aquel que siempre en él confía
En horas angustiosas de lucha y de aflicción,
confiad en el Señor si andáis atribulados,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.

Envíanos, Señor, tu luz esplendorosa
si el alma se acongoja en noche y turbación,
qué luz, qué dulce paz en Dios el hombre encuentra;
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.

Como las canciones, este poema es para repetirlo varias veces hasta que poco a poco  interiorices los sentimientos que lo impregnan. Tiene un efecto sedante: ensancha el corazón y descansa la mente… y, si hay en ti alguna tiniebla, se disipa al entrar la luz del amor infinito.
Padre Natalio

Mes de María
Día diecisiete (23/NOV)
De la aceptación de la voluntad de Dios
CONSIDERACIÓN. El hombre, aquí abajo, rara vez está satisfecho de la posición social que ocupa. Si es pobre, desea ser rico; si tiene riquezas, desea poseer más aún. Pasa su existencia en vanos deseos; olvida que no ha sido creado para obtener tesoros pasajeros y gozar de ellos, sino para merecer, por sus trabajos, por sus luchas y victorias sobre sí mismo, las riquezas eternas, que no temerán ni la herrumbre ni a los gusanos.
Consideremos a María, nuestra Madre del Cielo. Hija de Reyes y llamada a ser un día Reina de los Ángeles y de los hombres, no busca las satisfacciones ni los goces. Ella es pobre, su vida se pasa en el trabajo y en la privación y jamás se queja de la parte que le ha correspondido. Su alma es demasiado grande, su corazón demasiado noble, para desear bienes que no son más que polvo y ceniza. Eleva sus miradas más alto y no tiene en sus labios más que palabras de agradecimiento por los dones espirituales que ha recibido de Dios.
Imitémosla y sepamos considerarnos felices en el lugar donde la Divina Providencia nos ha colocado.

EJEMPLO. San Francisco de Sales, debiendo consolar un gran dolor, decía: “No basta solamente aceptar que Dios nos golpee, sino consentir que sea en el punto que le plazca. En pérdidas temporales, que Dios toque o hiera donde quiera y sobre tal cuerda de nuestro laúd que elija, jamás no producirá sino una buena armonía. Señor Jesús, sin reserva, sin tanto, sin pero, sin excepción, sin limitación que vuestra voluntad se haga sobre padre, madre, hijo, en todo y por todo lugar. No digo que no sea necesario desear y rogar por nuestra conservación, pero no debe decirse a Dios: Dejad esto y tomad aquello”.

ORACIÓN DEL BIENAVENTURADO LUIS DE GRANADA. ¡Oh Reina de misericordia, mi dulzura y mi vida! Elevo mis clamores a Vos, yo, pobre desterrado en este valle de lágrimas. Socorredme en mis travesías, defendedme en los peligros, conducidme a la presencia de Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.

RESOLUCIÓN. Veré la voluntad de Dios, en los diversos sucesos de la vida y aceptaré sin murmurar, el sitio donde me ha colocado.

JACULATORIA. María, consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.

Palabras del Papa Francisco

“Los santos no son superhombres.
Son personas que tienen el Amor de Dios en su corazón
y comunican esta alegría a los demás.
Ser santos no es privilegio de unos pocos,
sino una vocación para todos”
Papa Francisco

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pido oraciones por mi hija Stefanía Lourdes, que luego de más de tres años viviendo en Austria y Alemania, regresa pronto a Córdoba, Argentina, rogando a la Santísima Virgen que la ayude a conseguir trabajo aquí en su especialidad (Licenciada en Comunicación Institucional). Felipe.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

"Pequeñas Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío (moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com  con el título: “Suscripción a Pequeñas Semillitas”.

“Intimidad Divina”

Tu voluntad está en mi corazón

“Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 35). Adherirse a la voluntad de Dios es adherirse a Dios, abrazar su querer es abrazarse a Dios mismo. Nadie está más unido a Dios que quien cumple siempre y perfectamente su voluntad. Esta es la más cierta señal de un amor auténtico y de una relación con Dios que Jesús comparó a las relaciones más estrechas de sangre. El amor vacía a la criatura de todo lo que es contrario a Dios, la mueve a amar y querer sólo lo que Dios mismo ama y quiere, de modo que gradualmente su voluntad se conforma y hasta se identifica con la divina… Hay que llegar a poder decir, más con hechos que con palabras: Señor, lo que tú quieres lo quiero yo también. Esta fue la actitud constante de la Virgen: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).

“Pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Jr 31, 33). Es lo que se realiza en la criatura totalmente purificada: en su corazón no hay otra cosa que la voluntad divina, impresa por Dios con la fuerza de su amor; así la criatura pertenece a Dios y Dios a ella en una fusión perfecta de voluntad y amor. Esta es la unión con Dios que los santos han deseado y procurado con todas sus fuerzas, porque es “más clara y segura”. Teresa de Jesús que experimentó la dulzura y la eficacia de la unión mística en la que el alma no puede “dudar que estuvo en Dios y Dios en ella”, no vacila en preferir la perfecta unión con la voluntad de Dios al deleite espiritual que acompaña aquellas gracias. En esta unión, en efecto, consiste la esencia de la santidad, mientras que las gracias místicas son un medio para llegar a ella, preciosísimo y eficaz, pero medio al fin.

Toca a Dios señalar a cada criatura su camino; para algunos será el “atajo” de las gracias místicas, para otros –la gran mayoría– será el camino ordinario del esfuerzo generoso y perseverante: “el caminito” de Santa Teresa del Niño Jesús o “el camino carretero” de Santa María Bertilla. Pero nadie podrá llegar a la unión con Dios sin una plena conformidad con su querer testimoniar con las obras, con la vida. Dios nunca deja sola a la criatura a la que ve buscar constantemente y cumplir su voluntad, él mismo le da conocimiento y amor profundo de ella y le facilita el cumplimiento: “Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos” (Ez 36, 27). La criatura que va por el camino ordinario no está privada de esas ayudas divinas; también ella camina bajo el influjo del Espíritu Santo que la guía con una acción secreta, pero segura, a la plena conformidad con el divino querer.

¡Oh Dios mío y mi sabiduría infinita, sin medida y sin tasa y sobre todos los entendimientos angélicos y humanos! ¡Oh Amor, que me amas más de lo que yo me puedo amar, ni entiendo! ¿Para qué quiero yo, Señor, desear más de lo que Vos quisierais darme? ¿Para qué me quiero cansar en pediros cosa ordenada por mi deseo, pues todo lo que mi entendimiento puede concertar y mis deseos desear, tenéis Vos ya entendido sus fines, y yo no entiendo cómo me aprovechar? En esto que mi alma piensa salir con ganancia, por ventura estará mi pérdida. Porque si os pido que me libréis de un trabajo y en aquél está el fin de mi mortificación, ¿qué es lo que pido, Dios mío? Si os suplico me lo deis, no conviene por ventura a mi paciencia, que aún está flaca y no puede sufrir tan gran golpe; y si con ella le paso y no estoy fuerte en la humildad, podrá ser que piense he hecho algo, y haceislo Vos todo, mi Dios… (Santa Teresa de Jesús)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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