sábado, 16 de noviembre de 2013

Pequeñas Semillitas 2194

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2194 ~ Sábado 16 de Noviembre de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Con sus parábolas, Jesús trata de acercar el reino de Dios a cada aldea, cada familia, cada persona. Por medio de estos relatos cautivadores va removiendo obstáculos y eliminado resistencias para que estas gentes se abran a la experiencia de Dios que está llegando a sus vidas. Cada parábola es una invitación apremiante a pasar de un mundo viejo, convencional y sin apenas horizonte a un “país nuevo”. Jesús enseñó a “captar” la presencia salvadora de Dios de otra manera, y comenzó sugiriendo que la vida es más de lo que se ve.
José Antonio Pagola.

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús les propuso una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’. Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme’».
Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a Él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?».
(Lc 18,1-8)

Comentario
Hoy, en los últimos días del año litúrgico, Jesús nos exhorta a orar, a dirigirnos a Dios. Podemos pensar cómo los padres y madres de familia esperan que —¡todos los días!— sus hijos les digan algo, que les muestren su afecto amoroso.
Dios, que es Padre de todos, también lo espera. Jesús nos lo dice muchas veces en el Evangelio, y sabemos que hablar con Dios es hacer oración. La oración es la voz de la fe, de nuestra creencia en Él, también de nuestra confianza, y ojalá fuera también siempre manifestación de nuestro amor.
A fin de que nuestra oración sea perseverante y confiada, dice san Lucas, que «Jesús les propuso una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer» (Lc 18,1). Sabemos que la oración se puede hacer alabando al Señor o dando gracias, o reconociendo la propia debilidad humana —el pecado—, implorando la misericordia de Dios, pero la mayoría de las veces será de petición de alguna gracia o favor. Y, aunque no se consiga de momento lo que se pide, sólo el poder dirigirse a Dios, el hecho de poder contarle a ese Alguien la pena o la preocupación, ya será la consecución de algo, y seguramente —aunque no de inmediato, sino en el tiempo—, obtendrá respuesta, porque «Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a Él día y noche?» (Lc 18,7).
San Juan Clímaco, a propósito de esta parábola evangélica, dice que «aquel juez que no temía a Dios, cede ante la insistencia de la viuda para no tener más la pesadez de escucharla. Dios hará justicia al alma, viuda de Él por el pecado, frente al cuerpo, su primer enemigo, y frente a los demonios, sus adversarios invisibles. El Divino Comerciante sabrá intercambiar bien nuestras buenas mercancías, poner a disposición sus grandes bienes con amorosa solicitud y estar pronto a acoger nuestras súplicas».
Perseverancia en orar, confianza en Dios. Decía Tertuliano que «sólo la oración vence a Dios».
Rev. D. Joan FARRÉS i Llarisó (Rubí, Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santa Margarita de Escocia
Reina
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

La felicidad de dar

San Pablo recordaba a los cristianos de Éfeso que Jesús había dicho: «La felicidad está más en dar que en recibir». Sin duda él mismo sentía gran alegría en llevar el mensaje de salvación por pueblos y ciudades a toda clase de personas. Y es la vivencia que tú puedes experimentar cuando por amor te dones a los demás en gestos de servicio humilde.

Un anciano muy pobre se dedicaba a sembrar árboles de mango. Alguien le dijo: ”¿Cómo es que a su edad se dedica a plantar mangos?  ¡Tenga por seguro que no vivirá lo suficiente para consumir sus frutos!” El anciano respondió apaciblemente: “Toda mi vida he comido mangos de árboles sembrados por otros. ¡Que los míos rindan frutos para quienes me sobrevivan! Habitamos un universo espléndido en el que todo y todos tienen algo que ofrecer. Los árboles dan, los ríos dan, la tierra da, el sol y la luna y las estrellas dan. ¿De dónde, pues, esa ansiedad por tomar, recibir, amasar, juntar, acumular, sin dar nada a cambio? Todos podemos dar algo, por pobres que seamos. Podemos ofrecer pensamientos agradables, dulces palabras, sonrisas radiantes, conmovedoras canciones…

¡Qué hermosa lección! “Todos podemos dar algo por pobre que seamos”. Esto será para otros motivo de alegría y felicidad, pero sobre todo para ti será una fuente de satisfacción y dicha profunda, porque nada plenifica tanto al hombre como sus gestos de amor gratuito. Es mi deseo que experimentes hoy la felicidad de dar.
Padre Natalio

Mes de María
Día décimo (16/NOV)
Hacer todo por Dios
CONSIDERACIÓN. El apóstol San Pablo dijo que nosotros debemos santificar todas nuestras acciones. “Sea que comáis, bebáis o hagáis cualquier cosa, hacedlo todo por la gloria de Dios”.
Nos es imposible trabajar sin descanso y tenemos necesidad de reparar las fuerzas que gastamos. Nada más vulgar que dar a nuestro cuerpo el alimento que reclama y sin embargo, esta acción puede ser meritoria, puesto que entra en las disposiciones de la Providencia.
La Santa Familia de Nazaret, no estaba exenta de la necesidad del hambre. Jesús, María y José, se reunían pues, en común, a tomar el alimento. Comenzaban por rogar a Dios que los bendijera, después, con una gran frugalidad, sin buscar la satisfacción de sus gustos, tomaban los alimentos que la Santa Virgen les ofrecía y no volvían a sus ocupaciones, sin antes dar gracias a Dios, por haberles dado el pan cotidiano, necesario para la conservación de la vida.
Así debemos proceder, comenzando y terminando cada una de nuestras comidas con la oración, evitando el abandonarnos a la glotonería y a todo aquello que sea rebusca exagerada de calidad o cantidad, en nuestro alimento. Es necesario comer para vivir y no vivir para comer.

EJEMPLO. Todo lo que hacemos, dice San Francisco de Sales, recibe su valor, de la conformidad con la voluntad de Dios. De modo que, aun comiendo o recreándome, si lo hago porque tal es la voluntad de Dios, merezco más que si sufriera la muerte, sin tener una tal intención.

PLEGARIA. Haced, ¡oh María! que os imitemos en todas nuestras acciones y que nuestras comidas sean, como han sido las vuestras, santificadas por nuestra unión con Dios. Que procuremos no perder ninguna de las mortificaciones que se presentarán en el curso de nuestra vida.

RESOLUCIÓN. Tomaré cada una de mis comidas, en unión de María.

JACULATORIA. María, Virgen fiel, rogad por nosotros.

Palabras del Papa Francisco

“María es modelo de fe, no sólo porque como judía esperaba de todo corazón la redención de su pueblo, sino también porque con el ‘sí’ que pronuncia en la Anunciación se adhiere al proyecto de Dios y desde ese momento su fe recibe una nueva luz: se centra en Jesús... El ‘sí’ de María, ya perfecto desde el principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se dilató, abrazando a cada uno de nosotros... para llevarnos a su Hijo"
Papa Francisco

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la salud de Greivin Ch. en Costa Rica, para que Dios tome el control de su situación delicada en el hospital.

Pedimos oración por Aldo G., para que María Auxiliadora acuda en su favor e interceda ante Dios para alivio de sus males físicos y espirituales.

Pedimos oración por Pablo R., 38 años, de Ituzaingó, Buenos Aires, Argentina, con diagnóstico de tumor de riñón con ramificaciones pulmonares. Que la Virgen de Luján lo proteja y Jesús lo toque con su gracia sanadora.

Pedimos oración por Benito, 41 años, que está internado en Cuba con un diagnóstico todavía no determinado, rogando al Señor que permita que su afección pueda ser tratada y curada.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

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“Intimidad Divina”

Los gemidos de la espera

El Señor quiere despojar totalmente a sus amigos del hombre viejo, renovarlos en el espíritu y revestirlos del hombre nuevo “creado según Dios en justicia y santidad” (Ef 4, 23-24). Para alcanzar esta meta, “desnúdales las potencias y afecciones y sentidos… dejando a oscuras el entendimiento, y la voluntad a secas, y vacía la memoria, y las afecciones del alma en suma aflicción, amargura y aprieto, privándola del gusto que antes sentía de los bienes espirituales”. La noche del espíritu invade a todo el hombre y como el entendimiento es purificado y puesto a oscuras por la fe, así la memoria es purificada y puesta en vacío por la esperanza, la cual sobrepasando todos los bienes poseídos, hace olvidarlos como cosas de poco valor y empeña todas las fuerzas del alma en el solo deseo de Dios. Cuanto más crece la esperanza teologal en el hombre, tanto más se siente éste insatisfecho de lo alcanzado, no sólo en el campo material, sino también en el espiritual: todo es demasiado poco para saciar su hambre y sus ansias de Dios.

“La esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5). No es inútil desasirse de todo bien creado para buscar a solo Dios y vivir en la esperanza de la comunión perfecta con él, porque Dios ama al hombre y le ha dado su amor justamente para hacerlo capaz de unirse a él en una amistad personal. La caridad, virtud que es corona y complemento a la fe y a la esperanza, es también la virtud que lleva a cumplimiento la purificación empezada por ellas, vaciando la voluntad de todo afecto que no sea Dios… Dios no acepta ser amado parcialmente, no admite competidores: él mismo lo ha ordenado: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt 6, 5). Este amor de absoluta preferencia exige, como contrapartida, que la voluntad sea purificada y vaciada de todos los afectos que, dividiendo sus fuerzas, le impiden cumplir el gran mandamiento del amor a Dios.

Por esto declaraba Jesús sin reticencias: “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí” (Mt 10, 37). Dios que ha hecho al hombre capaz de amar, reclama para sí las primicias de su amor y no cede a nadie el primer puesto en el corazón de su criatura. Y cuando más crece el hombre en el amor a Dios, tanto más polariza y absorbe este amor todas las fuerzas de la voluntad desasiéndola y vaciándola de todo otro afecto. Pero crecer en el amor divino no quiere decir gustar su deleite; antes bien en la noche del espíritu Dios suspende esos gustos, porque quiere que el hombre aprenda a amarle sin buscar su bienestar o consuelo. El alma entonces queda “seca y fría, y a veces caliente, no hallando en nada alivio, ni un pensamiento que la consuele, ni aun poder levantar el corazón a Dios”. Eso no significa que no sepa amar, antes está creciendo en el amor y si, a despecho de tantas angustias, se mantiene fiel a Dios, su amor se hará más puro y fuere.

¡Oh dulce Jesús, qué dura palabra: querer que yo tome la cruz!... ¿No sabes tú qué débil soy para padecer? Mas ¡pobre de mí! Si tú, que eres resplandor de la luz eterna… has sido puesto en la cruz, yo, que soy tierra y ceniza, ¿estaré libre de esa cruz? Tú, que no cometiste pecado fuiste crucificado por mí, y ¿rehusaré yo ser crucificado por ti? Dame, Señor, esta grandeza de alma y gratitud: que desee con todo el corazón padecer por ti, ser crucificada por ti. (B. Camilla Da Varano, Le opere spirituali)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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