martes, 13 de agosto de 2013

Pequeñas Semillitas 2113

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2113 ~ Martes 13 de Agosto de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
No desistas cuando las cosas vayan mal, como sucede a veces, cuando el camino que andes parezca ir siempre cuesta arriba, cuando el capital sea poco y las deudas muchas, y quieras sonreír, pero tengas que suspirar. Cuando la inquietud te presione un poco, descansa si es necesario, pero no desistas.
La vida es un misterio con sus giros y rodeos como todos alguna vez lo hemos comprobado, y mayor un fracaso resulta ser, cuando se pudo ganar si se hubiera soportado; no te rindas aunque el paso parezca lento, puedes triunfar, con sólo un intento más.
El éxito es el fracaso visto al revés, el tinte plateado de las nubes de la duda, y uno nunca puede saber qué tan cerca ha llegado. Puede estar cerca cuando parece muy lejano; así que aguanta la pelea cuando te sientas más golpeado, porque es cuando las cosas parecen peor, que no debes desistir.

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».
(Mt 18,1-5.10.12-14)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos vuelve a revelar el corazón de Dios. Nos hace entender con qué sentimientos actúa el Padre del cielo en relación con sus hijos. La solicitud más ferviente es para con los pequeños, aquellos hacia los cuales nadie presta atención, aquellos que no llegan al lugar donde todo el mundo llega. Sabíamos que el Padre, como Padre bueno que es, tiene predilección por los hijos pequeños, pero hoy todavía nos damos cuenta de otro deseo del Padre, que se convierte en obligación para nosotros: «Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3).
Por tanto, entendemos que aquello que valora el Padre no es tanto "ser pequeño", sino "hacerse pequeño". «Quien se haga pequeño (...), ése es el mayor en el Reino de los Cielos» (Mt 18,4). Por esto, podemos entender nuestra responsabilidad en esta acción de empequeñecernos. No se trata tanto de haber sido uno creado pequeño o sencillo, limitado o con más capacidades o menos, sino de saber prescindir de la posible grandeza de cada uno para mantenernos en el nivel de los más humildes y sencillos. La verdadera importancia de cada uno está en asemejarnos a uno de estos pequeños que Jesús mismo presenta con cara y ojos.
Para terminar, el Evangelio todavía nos amplía la lección de hoy. Hay, ¡y muy cerca de nosotros!, unos "pequeños" que a veces los tenemos más abandonados que a los otros: aquellos que son como ovejas que se han descarriado; el Padre los busca y, cuando los encuentra, se alegra porque los hace volver a casa y no se le pierden. Quizá, si contemplásemos a quienes nos rodean como ovejas buscadas por el Padre y devueltas, más que ovejas descarriadas, seríamos capaces de ver más frecuentemente y más de cerca el rostro de Dios. Como dice san Asterio de Amasia: «La parábola de la oveja perdida y el pastor nos enseña que no hemos de desconfiar precipitadamente de los hombres, ni desfallecer al ayudar a los que se encuentran con riesgo».
Rev. D. Valentí ALONSO i Roig (Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santos Ponciano e Hipólito
Mártires
 
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Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Cada cosa a su tiempo

En todo es necesario proceder con discreción y mesura. La Biblia dice que hay un tiempo oportuno para cada cosa: un tiempo para callar y un tiempo para hablar, un tiempo para trabajar y un tiempo para descansar, etc. Jesús también lo tuvo en cuenta. Después de unos días de muy intensa predicación, llevó a sus discípulos a un lugar solitario para reposar un poco.

En cierta ocasión un cazador de bestias feroces, yendo por el desierto, vio al abad san Antonio que bromeaba con los hermanos y se escandalizó de ello. Pero el anciano, queriendo hacerle comprender que conviene ser condescendiente en alguna ocasión con los hermanos, le dice:
—Pon una flecha en tu arco y ténsalo. Y lo hizo. Le dice: —Ténsalo más. Y lo hizo. Le dijo una vez más: —Ténsalo. El cazador le dijo: —Si lo tenso más se va a romper. Le dijo el anciano: —Así sucede también con las obras de Dios: si con los hermanos tensamos el arco de manera excesiva, enseguida se rompen. Por eso es necesario ser condescendiente en ocasiones. Al oír esto, el cazador se sintió presa de arrepentimiento y se marchó muy edificado con ello.

Lo que hizo san Antonio con sus monjes, tú lo tienes que hacer contigo mismo. Sé prudente en armonizar el trabajo con el descanso, la vida de estudio y reflexión con la vida social, el cuidado del cuerpo y el del espíritu. Los autores clásicos tenían un proverbio muy sabio: “Nada en exceso”. Que sepas organizar tu día con sabiduría y prudencia.
Padre Natalio

Palabras del Papa Francisco

“La persona y la dignidad humana corren el riesgo de convertirse en una abstracción ante cuestiones como el uso de la fuerza, la guerra, la desnutrición, la marginación, la violación de las libertades fundamentales o la especulación financiera, que en este momento condiciona el precio de los alimentos, tratándolos como cualquier otra mercancía y olvidando su destino primario. Es necesario contraponerse a los intereses económicos miopes y a la lógica del poder de unos pocos, que excluyen a la mayoría de la población mundial y generan pobreza y marginación, causando disgregación en la sociedad, así como combatir esa corrupción que produce privilegios para algunos e injusticias para muchos”

Papa Francisco

Tema del día:
Capilla de Adoración Perpetua
Empezaron hace dos años siendo 900 oradores y hoy siguen perseverando unos 600. El grupo de fieles sostiene la Capilla de Adoración Perpetua de las Hermanas Terceras Mercedarias del Niño Jesús, desde hace 743 días, a base de implorar en silencio y sin cesar. El pequeño sagrario, que cobija la Eucaristía está abierto a los veneradores las 24 horas del día, los 365 días del calendario, aun en feriados. Funciona en calle Fragueiro 2347, barrio Alta Córdoba, de la ciudad de Córdoba, Argentina.

Es el único oratorio de esas características en la provincia y se inauguró el 8 de julio de 2011, previa bendición de las instalaciones a cargo del arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez.

Si bien la obra de fe acaba de cumplir dos años, su historia se remonta a 2000. Ese año, por iniciativa de Miguel Bulchi y su esposa María Luján Olañeta, se conformó el grupo de oración “Jesús Misericordioso”, que desde entonces se reúne los lunes, de 18 a 20, en la Casa Madre de la congregación religiosa.

En 2007, las Mercedarias decidieron construir un santuario que se convirtiera en un espacio de oración y peregrinación, una vez que se alcanzara la beatificación del fundador de la hermandad: fray José León Torres. Este religioso cordobés nació en el pueblo serrano de Luyaba (Traslasierra) el 15 de marzo de 1849 y fue ordenado sacerdote en mayo de 1868. Falleció en Córdoba el 15 de diciembre de 1930. En marzo de 1994 fue declarado venerable por el reconocimiento de la heroicidad de sus virtudes.

“Durante la preparación del 20º Capítulo General de la Congregación, mantuvimos una conversación con el señor Bulchi sobre la necesidad de intensificar la oración por ese acontecimiento eclesial y de una mayor conciencia de oración en la vida de los cristianos por tantas situaciones que a diario se presentan...”, comenta Siomara Garro, superiora general de las Hermanas Terceras Mercedarias del Niño Jesús.

“Me comentó que en un retiro espiritual había conocido a un grupo de Misioneros del Santísimo Sacramento (movimiento fundado por Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon, Francia), cuyo carisma es la promoción, organización y fundación de la adoración perpetua en las parroquias y en las diócesis”, apunta la religiosa.

En 2011, el Consejo de Superioras Mercedarias aprobó la creación de una capilla de adoración perpetua y dispuso para ello del santuario construido para fray León Torres, “en la certeza de que es lo que hubiera querido el venerable Padre, ya que él aconsejaba madurar en la Eucaristía las grandes respuestas de la vida”, explica Siomara Garro.

Puesto al tanto, Monseñor Ñáñez manifestó su alegría y total respaldo a la iniciativa, que lleva más de 17.800 horas de vigilia de oración continua.

“La adoración eucarística perpetua es sencillamente nuestra respuesta al infinito amor que Cristo tiene por nosotros. Porque lo amamos, queremos pasar regularmente una hora santa de oración silenciosa en su presencia eucarística, una vez a la semana, para tener en exposición permanente el Santísimo Sacramento”, resume María Luján Olañeta, coordinadora general de la singular Capilla de Adoración Perpetua

Fuente: La Voz del Interior

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Silvina, de Río Cuarto, Córdoba, Argentina, para que nuestra Madre interceda ante Dios nuestro Señor y proteja su embarazo y su salud.

Pedimos oración por María Teresa, de México, para que Dios ilumine su mente y sosiegue su espíritu, salga del estado de infelicidad y desesperación en el que se encuentra, y ya no dañe su cuerpo.

Pedimos oración por las necesidades físicas, materiales y espirituales de Elsa S., que vive en Buenos Aires, Argentina.

Pedimos oración por María del Consuelo, que vive en Guadalajara, México, para que por la mediación del Beato Juan Pablo II, el Señor Jesús la libere de las adicciones y le ilumine el camino a transitar.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a feluzul@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados. Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.

“Intimidad Divina”

La caridad es magnánima

“La caridad es magnánima” (1 Cr 13, 4). Es la primera cualidad que le atribuye San Pablo. La caridad agranda el corazón, lo hace generoso y libre de los cálculos mezquinos del egoísmo. Cuando Pedro preguntó si bastaba perdonar al prójimo siete veces –tal vez le parecía un número récord–, escuchó la respuesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 22). Era como decir: siempre, sin límite alguno, como lo hace “nuestro Dios, que es grande en perdonar” (Is 55,7). Toda la vida del hombre está sostenida por el perdón de Dios. Apenas la criatura abre los ojos a la existencia, Dios regenerándola con la gracia, la acoge en su perdón con el que la rescata del pecado original.  Y luego desde el primer uso de razón hasta la muerte, es un continuo  sucederse del perdón divino… El abrazo del perdón que Dios le da [al cristiano] y le vuelve a dar con magnanimidad incansable, no debe detenerse en él, sino que tiene que transmitirlo al prójimo. Esto es tan importante a los ojos de Dios que, en definitiva, él mide la largueza de su perdón por la generosidad de cada uno en perdonar a los otros. “Perdonad y seréis perdonados… con la medida con que midiereis, se os medirá a vosotros” (Lc 6, 37-38).

La caridad es magnánima con los otros porque “no toma en cuenta el mal” (1 Cr 13, 5). Lo que enfría el amor fraterno es el pensamiento de los agravios recibidos, que el hombre difícilmente sabe olvidar. El perdón de Dios no sólo condona las deudas contraídas, sino las cancela hasta borrar su memoria. Y además Dios, con el perdón, devuelve intacta su amistad. El perdón del cristiano no será completo si no mira a eso: olvidar el mal recibido hasta tratar con corazón y gesto de amigo al ofensor. “Sed más bien buenos entre vosotros –insiste San Pablo–, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo (Ef 4, 32). Si no se vive con generosidad y constancia ese propósito de perdón, cuando el cristiano se presenta a orar al Padre celestial, pronuncia su propia condena: “perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6, 12). ¿Qué será del hombre si Dios se torna, como él, avaro de su perdón? Tal vez la mediocridad de no pocos, un tiempo fervorosos y generosos en el servicio de Dios, se explica en la mezquindad de su perdón que ha paralizado su vida espiritual. El que siembra un perdón escaso y avaro no puede pretender de Dios un perdón largo y magnánimo, ni abundancia de gracia y amor.

“Dad y se os dará –repite el Señor–; una medida buena, apretada, remecida hasta rebasar, pondrán el halda de vuestros vestidos” (Lc 6, 38). La caridad no es plena si no es magnánima en todos sus aspectos. Todos los hombres viven de los dones de Dios y todos deben cambiarse los dones recibidos. Los dones espirituales del amor, la benevolencia y el perdón, y los dones materiales necesarios a la vida. “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber” (Pr 25, 21). Pero “si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra el corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino con obras y según verdad (1 Jn 3, 17-18).

Perdónanos, Señor! Que pueda yo, como la pecadora, oír de tu boca las dulces y consoladoras palabras: “Muchos pecados les son perdonados, porque ha amado mucho; aquel a quien más se le perdona, ama más, y aquel a quien se le perdona menos, ama menos”. Son palabras tuyas, oh Verdad eterna. Perdóname, pues, y haz que te ame tanto cuanto necesite tu perdón. Y para que nada falte a la caridad perfecta, he aquí además el amor fraterno. Nada debe impedir la unión con nuestros hermanos, si ni las ofensas la pueden impedir. Nosotros los perdonamos, Señor, del mismo modo que queremos obtener para nosotros el perdón, con la misma sinceridad. No conservamos ningún resentimiento, así como deseamos que no nos los conserves tú. Les devolvemos nuestro amor, como queremos que nos devuelvas el tuyo. (J. B. Bossuet, Meditaciones sobre el Evangelio)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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