domingo, 7 de julio de 2013

Pequeñas Semillitas 2076

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 8 - Número 2076 ~ Domingo 7 de Julio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)

Alabado sea Jesucristo…
El Papa Francisco está llamando a la Iglesia a salir de sí misma olvidando miedos e intereses propios, para ponerse en contacto con la vida real de las gentes y hacer presente el Evangelio allí donde los hombres y mujeres de hoy sufren y gozan, luchan y trabajan.
Con su lenguaje inconfundible y sus palabras vivas y concretas, nos está abriendo los ojos para advertirnos del riesgo de una Iglesia que se asfixia en una actitud autodefensiva: “cuando la Iglesia se encierra, se enferma”; “prefiero mil veces una Iglesia accidentada a una que esté enferma por encerrarse en sí misma”.
La consigna de Francisco es clara: “La Iglesia ha de salir de sí misma a la periferia, a dar testimonio del Evangelio y a encontrarse con los demás”. No está pensando en planteamientos teóricos, sino en pasos muy concretos: “Salgamos de nosotros mismos para encontrarnos con la pobreza”.
Francisco no tiene miedo a la “novedad de Dios”. En la fiesta de Pentecostés ha formulado a toda la Iglesia una pregunta decisiva a la que tendremos que ir respondiendo en los próximos años: “¿Estamos decididos a recorrer caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheraremos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de respuesta?”
No quiero ocultar mi alegría al ver que el Papa Francisco nos llama a reavivar en la Iglesia el aliento evangelizador que Jesús quiso que animara siempre a sus seguidores. El evangelista Lucas nos recuerda sus consignas. “Poneos en camino”. No hay que esperar a nada. No hemos de retener a Jesús dentro nuestras parroquias. Hay que darlo a conocer en la vida. “No llevéis bolsas, alforjas ni sandalias de repuesto”. Hay que salir a la vida de manera sencilla y humilde. Sin privilegios ni estructuras de poder. El Evangelio no se impone por la fuerza. Se contagia desde la fe en Jesús y la confianza en el Padre.
Cuando entréis en una casa, decid: ”Paz a esta casa . Esto es lo primero. Dejad a un lado las condenas, curad a los enfermos, aliviad los sufrimientos que hay en el mundo. Decid a todos que Dios está cerca y nos quiere ver trabajando por una vida más humana. Esta es la gran noticia del reino de Dios.
José Antonio Pagola

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.
»Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: ‘Está cerca de vosotros el Reino de Dios’. Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: ‘Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios’. Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo».
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
(Lc 10,1-12.17-20)

Comentario
Hoy, nos fijamos en algunos que, entre la multitud, han procurado acercarse a Jesucristo, que está hablando mientras contempla los campos rebosantes de espigas: «La mies es mucha, pero los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10,2). De repente, fija su mirada en ellos y va señalando a unos cuantos, uno a uno: tú, y tú, y tú. Hasta setenta y dos...
Asombrados, le oyen decir que vayan, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde Él irá. Quizá alguno habrá respondido: —Pero, Señor, ¡si yo sólo he venido para oírte, porque es tan bello lo que dices!
El Señor les pone en guardia contra los peligros que les acecharán. «¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos». Y utilizando imágenes de costumbre en las parábolas, añade: «No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias» (Lc 10,3-4). Interpretando el lenguaje expresivo de Jesús: —Dejad de lado medios humanos. Yo os envío y esto basta. Aun sintiéndoos lejos, seguís cerca, yo os acompaño.
A diferencia de los Doce, llamados por el Señor para que permanezcan junto a Él, los setenta y dos regresarán luego a sus familias y a su trabajo. Y vivirán allí lo que habían descubierto junto a Jesús: dar testimonio, cada uno en su sitio, simplemente ayudando a quienes nos rodean a que se acerquen a Jesucristo.
La aventura acaba bien: «Los setenta y dos volvieron muy contentos» (Lc 10,17). Sentados en torno a Jesucristo, le debieron contar las experiencias de aquel par de días en que descubrieron la belleza de ser testigos.
Al considerar hoy aquel lejano episodio, vemos que no es puro recuerdo histórico. Nos damos por aludidos: podemos sentirnos junto al Cristo presente en la Iglesia y adorarle en la Eucaristía. Y el Papa Francisco nos anima a «llevar a Jesucristo al hombre, y conducirlo al encuentro con Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, realmente presente en la Iglesia y contemporáneo en cada hombre».
Dr. Josef ARQUER (Berlín, Alemania)

Santoral Católico:
San Fermín
Obispo y Mártir
Este Santo es el famoso patrono de las "Corridas de San Fermín" en España.

San Fermín de Amiens, nació en Pamplona alrededor del año 272, murió en Amiens el 25 de septiembre de 303 fue un misionero cristiano, primer obispo de Amiens, cuya iglesia construyó. Fue decapitado cuando tenía unos 31 años. Es patrón de Amiens, Lesaca, y co-patrón de Navarra junto con San Francisco Javier.

Según la leyenda, nació en Pompaelo (la actual Pamplona), hijo de un senador pagano de nombre Firmo, un alto funcionario de la administración romana que gobernó Pamplona en el siglo III. La predicación de san Honesto, quien había marchado a la península tras ser milagrosamente liberado de su prisión en Carcassonne, conmovió a sus padres, quienes sin embargo no se convirtieron hasta oír a san Saturnino de Toulose. El santo habría bautizado a Fermín y a sus padres en el lugar que hoy se llama popularmente pocico de San Cernin.

Bajo la tutela de Honesto el joven Fermín aprendió la religión y el arte de la prédica. A los 18 años fue enviado a Tolosa, donde sería ordenado. Tras predicar en Navarra, marchó a Francia, donde se asentó en Amiens. Habiendo organizado la construcción de la iglesia local, fue nombrado obispo a los 24 años. La oposición oficial a la doctrina cristiana le granjeó la cárcel, donde, tras negarse a cesar su prédica, fue decapitado.

En 1186 el obispo Pedro de París llevó de Amiens a Pamplona una reliquia de la cabeza de Fermín.

Actualmente su santoral se celebra el 7 de julio. En Pamplona se conmemora con unas fiestas de fama internacional, los ‘Sanfermines’, en las que destacan los encierros de toros. Es además patrono de las cofradías de boteros, vinateros y panaderos.
Fuente: Catholic.net    

¡Buenos días!

Mensajeros de paz

Defiende y cultiva la paz en tu corazón, porque es el clima indispensable para crecer en plenitud en todas las dimensiones de tu vida. Vigila cuanto entra en tu corazón para que no se infiltre en él el polvo de la ansiedad, el ácido de la irritación, o el veneno del odio. Gozar de la paz profunda del alma merece tu permanente alerta. Lee un mensaje de la Reina de la paz.

“Queridos hijos! Hoy les agradezco por cada sacrificio que han ofrecido por mis intenciones. Hijitos, los invito a ser mis apóstoles de paz y de amor en sus familias y en el mundo. Oren para que el Espíritu Santo los ilumine y los guíe por el camino de la santidad. Yo estoy con ustedes y los bendigo a todos con mi bendición maternal. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

La ambición desmedida, la agitación y el ritmo descontrolado de las ocupaciones pueden llevarte a olvidar las cosas esenciales de la vida. La Virgen María te invita a la oración para perseverar en difundir paz y amor a tu alrededor. Cultiva con incansable dedicación la paz interior. 
Padre Natalio

Palabras del Beato Juan Pablo II

"La Iglesia necesita muchos y cualificados evangelizadores que, con nuevo ardor, renovado entusiasmo, fino espíritu eclesial, desbordantes de fe y esperanza, hablen cada vez más de Jesucristo. Es vital que el llamamiento de Cristo a hacer discípulos sea anunciado y vivido con convicción por cada cristiano. La Palabra de Dios es digna en todos vuestros esfuerzos. Abrazarla en toda su pureza e integridad, y difundirla con el ejemplo y la predicación, es una gran misión. Esta es vuestra misión hoy, mañana y el resto de vuestras vidas"

Beato Juan Pablo II
  
Tema del día:
Enviados por Jesús

En otros lugares del evangelio encontramos que Jesús manda a predicar a los doce apóstoles. Hoy envía a 72. Estos eran como seglares seguidores de Jesús. Ello nos quiere decir que para ser misionero no es necesario ni ser aspirante a sacerdote, sino que todos, por el hecho de estar bautizados, debemos sentir la llamada de Jesús para predicar el Reino de Dios. No es que todos tengan que marchar a otro país, como a veces lo hacen algunas familias enteras; sino que siempre debemos estar dispuestos a manifestar nuestra fe y la alegría de ser cristianos más allá de nuestro ambiente. Este hecho de mandar a 72 es un significado de que la misión de Cristo debe ser universal. En aquel tiempo 72 era el número que se creía eran las naciones todas de la tierra.

Jesús les envía “de dos en dos”. Para los israelitas esto tenía importancia porque sus leyes exigían que al menos fuesen dos los testigos en cualquier juicio. Pero significa también que el evangelizar no es obra de un particular, sino de toda la comunidad, aunque la llamada de Dios exija una respuesta personal. También indica, especialmente entonces, el poder ayudarse y protegerse mutuamente en los peligros.

Lo que debe hacer un misionero es: predicar el Reino de Dios, sanar enfermos, que es hacer toda clase de bienes, y rezar. Misionar es necesario porque “la mies es mucha y los obreros son pocos”. Esta urgencia de entonces sigue siendo actual en nuestros días. El éxito no dependerá sólo ni principalmente del esfuerzo. Por eso el rezar. Para ser misionero es indispensable estar bastante tiempo con Jesús para experimentar su amor y para alimentarse de su palabra. También para pedir por otros misioneros.

Los enviados por Jesús eran como precursores, anunciadores de la presencia de Jesús. Debían ir delante por los diversos pueblos y aldeas. No les dice Jesús que es una empresa fácil. Ellos son como ovejas que van a ir a lugares donde hay lobos. Esta es una imagen viva para hablar de las dificultades. Éstas no estarán sólo en los caminos y las asperezas de la vida, sino sobre todo en la maldad de muchas personas.

Para todo ello les pide que vayan con sencillez. Es difícil tomar a la letra los signos de pobreza de que habla Jesús; pero lo cierto es que a veces se exagera en buscar “necesidades” para la evangelización. A veces parece que no se pone tanto la seguridad en las manos de Dios, cuanto en los medios humanos. Lo cierto es que la misión es algo urgente y dramático, para la que se necesita estar muy desprendido de bienes materiales. Es tan urgente que Jesús dice que no se salude a nadie en el camino. Esto se debe a que entre los orientales en el saludo no se trata sólo de un “adiós”, sino que abunda mucho lo ceremonioso: “El amor de Cristo nos urge”.

Lo primero que debe dar el misionero es la paz. Aquí la paz significa el mismo don de Cristo. Él es la paz. Es posible que sean bien recibidos. Sigan predicando el bien. Pero habrá muchos casos en que no sean escuchados y quizá hasta perseguidos. En ese caso quédense tranquilos, porque han cumplido con su deber, aunque parezca no haber tenido éxito. En ese caso “sacúdanse los pies”, porque Dios dará a cada uno su merecido. Si uno ha trabajado bien, aunque no se vea, siempre habrá éxito.

Muchas veces sí se ve el relativo éxito, como lo vieron aquellos 72. Volvieron llenos de alegría, porque hasta los demonios se les sometían. Aquí por demonios podemos ver todas las fuerzas invisibles del mal, como los principios falsos de gran parte de la sociedad. Someterse los demonios significa que se iba implantando el Reino de Dios. Estas maldades estén representadas en las serpientes y escorpiones y Satanás que cae del cielo, porque va triunfando la verdadera paz y el amor entre los creyentes. La victoria de Jesús significa la derrota de Satanás.

Hoy Jesús también nos dirige su propuesta: Es necesario y urgente ponerse en camino. Ser misionero es ser continuación de la misión que Jesús recibió del Padre para venir al mundo a sembrar el amor. Pidamos para que sea una realidad.
P. Silverio Velasco (España)

Nuevo video y artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Mensaje de María Reina de la Paz

Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de julio de 2013

¡Queridos hijos!, con amor materno les ruego: entréguenme sus corazones para poder ofrecerlos a mi Hijo y liberarlos, liberarlos de todo aquel mal que, cada vez más, los aprisiona y los aleja del único bien, de mi Hijo, liberarlos de todo lo que los lleva por el camino equivocado y les quita la paz. Yo deseo conducirlos a la libertad prometida por mi Hijo, porque quiero que aquí se cumpla plenamente la voluntad de Dios. Para que por medio de la reconciliación con el Padre Celestial, a través del ayuno y la oración, nazcan apóstoles del amor de Dios, apóstoles que, libremente y con amor, difundirán el amor de Dios a mis hijos, apóstoles que difundirán el amor de la confianza en el Padre Celestial, y abrirán las puertas del Paraíso. Queridos hijos, ofrezcan a sus pastores la alegría del amor y del apoyo, que mi Hijo ha pedido a ellos dárselos a ustedes. ¡Les agradezco!

“Intimidad Divina”

Domingo 14 del Tiempo Ordinario

El tema de la paz emerge de las lecturas de hoy donde se la presenta en sus múltiples aspectos. La primera lectura (Is 66, 10-14c) habla de ella como síntesis de los bienes –gozo, seguridad, prosperidad, tranquilidad, consuelo– prometidos por Dios a Jerusalén restaurada tras el destierro de Babilonia. “Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz; como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones… Como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo” (ib. 12-13). Se ve claro por el contexto que se trata de un don divino, característico de la era mesiánica. Será Jesús el portador de esa paz que es a un tiempo gracia, salvación y felicidad eterna no sólo para los individuos sino para todo el pueblo de Dios que confluirá de todas las partes del mundo a la Jerusalén celestial, el reino de la paz perfecta.

Pero también la Iglesia, la nueva Jerusalén terrena, posee ya el tesoro de la paz ofrecido por Jesús a los hombres de buena voluntad, y tiene la misión de difundirla en el mundo. Este fue el encargo confiado por el Salvador a los setenta y dos discípulos enviados a predicar el Reino de Dios (Evangelio: Lc 10, 1-12, 17-20). “Poneos en camino. Mirad que os mando como corderos en medio de lobos” (ib. 3). Esta expresión indica prácticamente una misión de mansedumbre, de bondad y de paz semejante a la de Jesús, “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29), no condenando a los pecadores, sino inmolándose a sí mismo. “Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros” (Lc 10, 5-6). No se trata de un simple saludo augural, sino de una bendición divina obradora de bien y de salvación. El hombre que la acoge está en paz con Dios y con los hermanos, vive en la gracia y el amor y está a salvo del pecado.

San Pablo (2ª lectura: Gl 6, 14-18) es el prototipo. En su apostolado no busca otro apoyo ni otra gloria que “la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (ib. 14), por la cual se considera crucificado a todo cuanto el mundo  puede ofrecerle: ventajas materiales, gloria, acomodo. El mundo no tiene atractivo para quien se ha dejado fascinar por el Crucificado y se complace en llevar sobre su cuerpo “las marcas de Jesús” (ib. 17). Tiene, pues, derecho a que le dejen tranquilo en la paz de su Señor, la que invoca para sí y para cuantos sigan su ejemplo: “La paz y la misericordia de Dios venga sobre todos los que se ajustan a esta norma” (ib 16).

Señor, Dios omnipotente, Jesucristo, rey de la gloria, tú eres la verdadera paz, la caridad eterna, ilumina, te lo ruego, con la luz de tu paz, el fondo de nuestras almas, purifica nuestra conciencia con la dulzura de tu amor. Concédenos ser hombres de paz, desearte a ti, príncipe de la paz, y estar protegidos y custodiados de continuo por ti contra los peligros del mundo. Haz que bajo las alas de tu benevolencia, busquemos la paz con todas las fuerzas de nuestro corazón, así podremos ser acogidos en los gozos eternos cuando vuelvas a recompensar a los que lo merecen. Señor Jesucristo, tú eres la paz de todos los hombres: los que te hallan, hallan el descanso: los que te abandonan son heridos por los males más implacables. Concédenos, Señor, te lo rogamos que no demos el beso de Judas; concédenos la paz que tu sacramento ha prescripto a los demás apóstoles difundir. Haz que tu Iglesia halle en nosotros, durante el curso de nuestra vida terrena, hombres de paz, para loar tu bondad y así compartamos un día la felicidad que no tiene fin. (Prières eucharistiques)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D. 
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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