PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 2072 ~ Jueves
27 de Junio de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
La disposición para dar la vida escasea en nuestra
cultura. Los testigos que sellan su fidelidad a Jesús con la entrega de su vida
no abundan.
Los ciudadanos dispuestos a sacrificarse voluntariamente
por una causa, arriesgando su vida son una minoría. Por fortuna, algunos
verdaderos seguidores de Jesús continúan viviendo con radicalidad su compromiso
cristiano y enfrentan algún tipo de adversidad, por causa de su fe.
Ellos nos siguen documentando con su vida generosa y
esperanzada que se han negado a sí mismos y que sirven con entusiasmo al
proyecto del Reinado de Dios. Parece que vivimos en una sociedad demasiado
adherida a la existencia terrenal y por tanto, insensible a los compromisos más
demandantes y exigentes. En cierto sentido vivimos una crisis de esperanza.
En esta hora crítica, los que confesamos a Jesús como
Señor de la vida y de la historia, tenemos que plantearnos la cuestión
decisiva: ¿qué estilo de vida estamos viviendo? ¿Estamos atrapados en una red
tupida de alienaciones y dependencias que nos atan tan estrechamente a esta
vida, que no levantamos la mirada para ocuparnos de los asuntos del Reinado de
Dios? ¿Hemos realizado las negaciones y rupturas necesarias para vivir en
libertad y fidelidad al evangelio?
"La verdad católica"
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el
que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os
conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’.
»Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las
ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca:
cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron
contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y
todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el
hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los
torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue
grande su ruina».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la
gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como sus escribas.
(Mt 7,21-29)
Comentario
Hoy nos impresiona la afirmación rotunda de Jesús: «No
todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el
que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Por lo menos, esta
afirmación nos pide responsabilidad en nuestra condición de cristianos, al
mismo tiempo que sentimos la urgencia de dar buen testimonio de la fe.
Edificar la casa sobre roca es una imagen clara que nos
invita a valorar nuestro compromiso de fe, que no puede limitarse solamente a
bellas palabras, sino que debe fundamentarse en la autoridad de las obras,
impregnadas de caridad. Uno de estos días de junio, la Iglesia recuerda la vida
de san Pelayo, mártir de la castidad, en el umbral de la juventud. San
Bernardo, al recordar la vida de Pelayo, nos dice en su tratado sobre las
costumbres y ministerio de los obispos: «La castidad, por muy bella que sea, no
tiene valor, ni mérito, sin la caridad. Pureza sin amor es como lámpara sin
aceite; pero dice la sabiduría: ¡Qué hermosa es la sabiduría con amor! Con
aquel amor del que nos habla el Apóstol: el que procede de un corazón limpio,
de una conciencia recta y de una fe sincera».
La palabra clara, con la fuerza de la caridad, manifiesta
la autoridad de Jesús, que despertaba asombro en sus conciudadanos: «La gente
quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como sus escribas» (Mt 7,28-29). Nuestra plegaria y
contemplación de hoy, debe ir acompañada por una reflexión seria: ¿cómo hablo y
actúo en mi vida de cristiano? ¿Cómo concreto mi testimonio? ¿Cómo concreto el
mandamiento del amor en mi vida personal, familiar, laboral, etc.? No son las
palabras ni las oraciones sin compromiso las que cuentan, sino el trabajo por
vivir según el Proyecto de Dios. Nuestra oración debería expresar siempre
nuestro deseo de obrar el bien y una petición de ayuda, puesto que reconocemos
nuestra debilidad.
-Señor, que nuestra oración esté siempre acompañada por
la fuerza de la caridad.
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del
obispo de Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat, España)
Santoral Católico:
Nuestra Señora del Perpetuo
Socorro
Patrona de los Padres
Redentoristas y de Haití
Información amplia: clic acá
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
En un neurosiquiátrico
La persona con
salud mental es consciente de sí misma y de los otros, conoce la sociedad en
que desarrolla sus actividades. Sabe desechar las emociones y pensamientos
negativos. Es capaz de ajustarse a los cambios. Se analiza habitualmente y
rectifica, si es necesario, su conducta. En fin, se siente libre de soñar y de
proponerse nuevas metas.
Un visitante entra en un neurosiquiátrico. El
director se ofrece a acompañarlo por los distintos compartimentos. —Tenemos
ocho plantas – le dice – En la planta baja, como usted ve, está la sala de
espera y los locutorios; en la segunda y tercera, hay unos enfermos que se
pueden tratar; en la cuarta y quinta, son más peligrosos; en la sexta y
séptima, son intratables, y en la octava planta está mi despacho.
Para cuidar tu
salud mental trata de crecer en tus cualidades positivas; actúa en forma
coherente con lo que verdaderamente sientes importante para ti; ten momentos
para pensar con verdad tu propia realidad; y confía en tu capacidad de
renovarte y afrontar los desafíos de la vida con nuevos bríos, nuevas ideas,
nueva actividad.
Padre Natalio
Palabras del Papa Francisco
“El deseo de paternidad está inscrito en las fibras más
profundas del hombre. Y un sacerdote no es una excepción, si bien vive este
deseo de modo particular… cuando un hombre no tiene este deseo, algo falta en
este hombre. Algo no va. Todos nosotros, para ser, para llegar a ser plenos,
para ser maduros, debemos sentir la alegría de la paternidad; también nosotros
que somos célibes. La paternidad es dar vida a los demás, dar vida, dar vida…
Para nosotros será la paternidad pastoral, la paternidad espiritual: pero es
dar vida, llegar a ser padres. Un padre que sabe lo que significa defender a
los hijos. Y esta es una gracia que nosotros los sacerdotes debemos pedir: ser
padres, ser padres. La gracia de la paternidad, de la paternidad pastoral, de
la paternidad espiritual. Pecados tenemos tantos, pero esto es de común “sanctorum”: todos tenemos pecados. Pero
no tener hijos, no llegar a ser padre, es como si la vida no llegase a su fin:
se detiene a mitad de camino. Y, por tanto, debemos ser padres. Pero es una
gracia que el Señor da. La gente nos dice: ‘Padre, padre, padre…’. Nos quiere
así, padres, con la gracia de la paternidad pastoral”.
Papa Francisco
Historias Médicas:
Gracias a la vida
Voy a intentar contarles una historia que sucedió hace
muchos años. Esto sucedió allá por el año 1975 estando yo de guardia médica en
el Hospital Regional de La Falda (Córdoba, Argentina). Un jueves alrededor de
las 19 hs. me llaman del Hospital de Cosquín solicitando poder trasladar una
beba, fruto de un aborto espontáneo, que habían dado por muerta, pero aún con
vida y sin posibilidades de derivar su internación a la Ciudad de Córdoba por
falta de camas. La recién nacida tenía 5 meses de embarazo.
Mi primera reacción fue que me esperasen yo hable con el
especialista en neonatología y jefe del Servicio de Pediatría del Hospital, que
me llamen en 20-30 minutos. Por teléfono molesto al Dr. Benjamín Malamud en su
consultorio particular y la respuesta fue: “Aceptala, Tato, que la traigan y ve
qué puedes hacer hasta que yo vaya…”, me esforcé por hacerle entender que era
inútil ingresar alguien que se nos iba a morir en algunos minutos, que no tenía
sentido. La respuesta del Dr. Malamud fue muy simple: “¿Y la vas a dejar morir
sin atención médica si Córdoba no la recibe…???”, ya no hubo más respuestas
porque me sentí totalmente derrotado por una verdadera razón enorme y de gran
peso para mis argumentos.
Así es como en unos 40 minutos estaba en el consultorio
de la guardia revisando una linda “ratita” de 550 gramos que me remitieron en
una caja como de zapatos y sobre un lecho de algodón. Esto lo digo sin ninguna
intención peyorativa ni burlona, sino con intención de que me comprendan mejor
lo que estaba viviendo. Con la ayuda de la enfermera del sector nos ocupamos de
la beba, la canalizamos e hidratamos con antibióticos, en una de la incubadoras
que disponíamos en esa época, y allí nos quedamos cuidándola para ver sus
reacciones y qué/cuánto podíamos hacer por ella.
Alrededor de las 22 hs. vino el Dr. Malamud extenuado
luego de un día de arduo trabajo en su consultorio. Se revistió con ropa
estéril y me dijo: “Gracias, ya me hago cargo…”. Yo me fui a cenar y dormir. Al
día siguiente antes de partir para otro Hospital paso por Neonatología y
Benjamín aún estaba al lado de esa incubadora, me dijo que había luchado por la
vida de la bebé toda la noche y lo seguiría haciendo en la mañana. Saludé y me
fui.
Volví a mi guardia el jueves siguiente. Una enfermera me
dice que el Dr. Malamud me esperaba para decirme algo; estaba en la Sala de
Neonatología. Allá fui y me encontré un médico destruido, agotado, totalmente
venido a menos, pero al lado de la incubadora de la “Negrita”… no era mi médico
amigo sino una sombra. “¿Qué ocurre, Benjamín?”, le digo desde el vidrio que
nos separaba. Cuando levanta la vista y me ve, me pide que lo reemplace para
poder ir a su casa a comer algo y tratar descansar; así me entero que desde la
noche, de hace 8 días en que me había auxiliado, no se había apartado de esa
incubadora, que no había asistido ningún paciente ni en el hospital ni en su
consultorio particular, que en la salita anexa había comido algo las veces que
podía, y que allí también su esposa le había traído ropa para lavarse como
podía y cambiarse. Todo esto para no descuidar la bebita que aún vivía y ahora
ya respiraba por ella misma y aparentemente se había estabilizado en sus
funciones vitales.
Eran alrededor de las 13 hs. y me hice cargo de la
bebita. No hizo falta que me quedase a su lado permanentemente como lo había
hecho el Dr. Malamud. La controlé y revisé muchas veces esa tarde hasta que
regresó Malamud alrededor de las 23 hs. dispuesto a asumir nuevamente su
“puesto de lucha”. Le hice entender que no era indispensable lo hiciera, que se
fuera a dormir en casa y yo lo llamaba si era necesario. Me hizo caso y, luego
de revisarla exhaustivamente de nuevo, se fue a casa. En 8 días esa fue la
primera noche en su dormitorio, con su esposa, con sus hijos, con sus
comodidades, con sus libros, con sus afectos.
Cada jueves cuando ingresaba a ni guardia, preguntaba:
“¿Cómo está la Negra?...” y me iba a visitarla, ver sus progresos, charlar con
las enfermeras que vivían a su lado todo el turno. Mi querida Negra avanzaba a
pasos agigantados cada semana, y yo me alegraba enormemente por sus progresos y
más me dolía el hecho de que casi “la había dejado morir sin atención médica”.
Pasaron 4 meses, nunca conocí a sus padres, pero sabía que ellos venían
permanentemente a ver la beba y estaban muy agradecidos al Dr. Malamud, las
enfermeras y el Hospital. Un jueves de nuevo entré a tomar la guardia y mi
rutina era ver cómo avanzaba “mi Negra”, cuando llego a Neonatología encontré
su incubadora vacía, corrí a la sala de Pediatría contigua y allí tampoco
estaba, me largué a llorar (como lo estoy haciendo ahora) y aparece como un
Ángel la enfermera para darme la feliz noticia de que le habían dado el alta y
esa mañana sus padres la habían llevado a casa. Me sentí abatido, vencido, me
dolía mi actitud primera, pero me dio fuerzas el saber que finalmente la
“Negra” estaba con sus padres y se fue BIEN…
Desconozco su nombre. Nunca más supe nada de ella, ya
hace 33 años vivo en General Deheza, mi querida “Negra” debe tener cerca de 40,
yo espero que Dios la haya bendecido con una vida muy feliz, que haya
engendrado varios niños y tenga una buena familia. Esto fue una de las causas
que me impulsó a escribir todo esto sin ser literato; pero el motivo
fundamental fue hacer conocer la grandeza profesional, espiritual, personal y
entrega caritativa de quien logró que esa Beba casi muerta hoy pueda ser una
mujer, mi homenaje sincero y humilde al Dr. Benjamín Malamud de La Falda, un
grande, si los hay… un médico de los que conocimos pocos en la vida… un tipazo.
A él mi reconocimiento de por vida.
Tato Alfonso
General Deheza (Córdoba,
Argentina)
Nota:
El Doctor Héctor
Armando “Tato” Alfonso, médico, cristiano y lector de “Pequeñas Semillitas” ha
tenido la gentileza de autorizar la publicación de esta nota cuyo contenido es
íntegramente cierto. ¡Gracias Tato por tu gentileza! Y también me sumo a la admiración que producen médicos como el Doctor Benjamín Malamud.
La fotografía que ilustra la historia, no corresponde a los hechos relatados; es de Google.
Felipe
Junio, mes del Corazón de
Jesús
Día 27: El premio final
¡Qué premio tan hermoso te ha reservado el Sagrado
Corazón!
Es el momento en que el solo pensamiento hace
estremecerse: el momento de la muerte. Ante este pensamiento, el hombre
tiembla, se agita; sin embargo, debe afrontarlo con amor y con la esperanza
puesta en la misericordia de Dios.
Jesús te sonríe y quiere asegurarte la muerte santa, la
muerte del justo. Entre las promesas que hizo a Santa Margarita María quiere
recordar este punto: "Mi corazón será para todos mis devotos el seguro
asilo en vida y especialmente en el momento de la muerte".
Si quieres, pues, afrontar la muerte con la calma del
justo, trata de creer en Jesús, de vivir en Jesús. Entonces será cuando Él te
dirá estas dulces palabras: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".
Fuente: Web Católico de Javier
Mensaje de María Reina de la Paz
Mensaje de María Reina de la Paz del 25 de junio de 2013
¡Queridos hijos! Los amo a todos con alegría en el
corazón, y los invito a acercarse a mi Corazón Inmaculado, para que Yo pueda
acercarlos aún más a mi Hijo Jesús y para que Él pueda darles su paz y su amor,
que son alimento para cada uno de ustedes. Ábranse hijitos a la oración,
ábranse a mi amor. Yo soy vuestra Madre y no puedo dejarlos solos en el
deambular y el pecado. Hijitos, ustedes
son llamados a ser mis hijos, mis hijos amados, para poder presentarlos a todos
a mi Hijo. Gracias por haber respondido a mi llamado.
Nuevo artículo
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la
Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos
políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de
las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los
jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y
religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Nelly
M., de Costa Rica, que ha caído en una profunda depresión por el
fallecimiento de su hija. Que María, que es Madre y conoce de estos dolores, la
acompañe, la fortalezca y la consuele.
Pedimos oración por Dionisio
H., de Maquinista Savio, Escobar, provincia de Buenos Aires, Argentina, 74
años de edad, rogando a Jesús y María para que su agonía no sea tan difícil,
encontrando más alivio y paz. También por su esposa, hijo y nietos que están
muy apenados, para que Dios los fortalezca.
Pedimos oración por Manuela
L. D., de 21 años de edad, de Escobar, provincia de Buenos Aires,
Argentina, que va a ser operada de un ganglio calcificado en la axila, para que
Jesús guíe a los cirujanos y médicos intervinientes y resulte todo negativo en
su biopsia. Que la Virgen Santísima la ampare bajo su manto para que no tenga dolor y que vaya en paz a la operación
confiando en nuestro Señor que la va a cuidar en todo momento. También pedimos
por su hermana, María Belén, de 19
años de edad, que tiene fuertes dolores de cabeza por un problema en las
vértebras cervicales, esperando que Jesús y la Virgen la acompañen en su
tratamiento para que se recupere de esta dolencia satisfactoriamente. Y pedimos
también por los padres de ambas: Patricia
y Raúl, para que Dios les dé la fortaleza y la confianza de saberse hijos
suyos y que cuidará de todos ellos en estas difíciles circunstancias.
Pedimos oración por Julio
D., 60 años, de Buenos Aires, Argentina, quien sufre de su aparato
digestivo y por una fisura en una de sus vértebras; por lo que está muy
dolorido. Le pedimos a Jesús que alivie su sufrimiento y le conceda una pronta
recuperación.
Pedimos oración por el progreso laboral de Lilibeth y Griselda de Guadalajara, México.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Chiquito K. y Miguel F. de la provincia del Chaco, Argentina, fallecidos en un
accidente.
Pedimos oración por la salud de Jorge A., de Corrientes, Argentina que padece de una enfermedad
terminal; por la salud física y espiritual de Mirta C., Sara C. y María Angélica G., de Presidencia Roque
Sáenz Peña, Chaco, Argentina. En el caso de María Angélica, afectada de
parkinson, rogamos la especial intercesión del beato Juan Pablo II, que tuvo la
misma enfermedad, para que él le conceda el milagro de curarse.
Pedimos oración por Margarita,
de 76 años de edad. Vive sola en México y presenta varias fracturas de brazo y
un trastorno emocional que le impide aceptar ayuda. Que la Santísima Virgen
María interceda ante Nuestro Señor Jesucristo para sanar su cuerpo, su mente y
su espíritu.
Pedimos oración por Violeta
E., 65 años, residente en Miami, USA, que por causa de la tos y bacterias
en el sistema respiratorio que ha padecido por 4 semanas, le van a hacer un
esofagrama la próxima semana, para lo cual le darán bario, que ella no resiste
y está muy nerviosa. Por todo ello
rogamos que la mano divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo la toquen y
quede curada.
Pedimos oración por la salud de Dora, de Bahía Blanca, Gastón
de Pueblo Santa María y Gerónimo, de
Pueblo San José, todos de Argentina, los dos primeros son enfermos oncológicos
que necesitan mucho de nuestra oración.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a feluzul@gmail.com y deben
poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin
asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se reciben
pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el correo
antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
“Intimidad Divina”
Vendremos a él
Desde el momento del Bautismo la Santísima Trinidad ha
hecho su morada en el cristiano; sin embargo, la Iglesia en el “Veni, Sancte Spíritus” enseña a invocar
constantemente la venida del Espíritu Santo y por ende de toda la Santísima
Trinidad, porque, por su indivisible unidad, donde hay una Persona no pueden
faltar las otras. Pero si la Trinidad está ya en el creyente, ¿cómo puede venir
de nuevo? Basta que él se encuentre en estado de gracia para que Dios, presente
en él como creador se le haga presente como amigo y le invite a vivir en su
intimidad. Pero esta intimidad tiene grados, y se hará cada vez más estrecha y
amigable a medida que el fiel, creciendo en gracia y amor, sea capaz de entrar
en relaciones más íntimas con la Trinidad. Algo así como sucede entre dos
personas que, por motivo de su amistad, viven en la misma casa: creciendo su
afecto, su amistad se hace más intensa… Aunque la Trinidad more ya en el
creyente, puede hacerse cada vez más presente en él bajo el aspecto de una
amistad más íntima… Es una manifestación interior basada en el amor y reservada
al que ama; por medio del amor se da a conocer la Trinidad al hombre del modo
más íntimo y personal, y le infunde el sentimiento de su presencia.
La primera visita o efusión de la Trinidad al creyente
tuvo lugar el día del Bautismo: el Padre le envió al Hijo, el Padre y el Hijo
le enviaron al Espíritu Santo y por la indisoluble unidad de los Tres, el Padre
vino sin ser enviado. Esta visita se renueva luego siempre que, al recibir un
sacramento o progresar en el amor, crece el cristiano en gracia y caridad. La
promesa de Jesús: “vendremos a él” (Jn 14, 23) nunca se agota, es siempre
nueva, siempre capaz de nuevas realizaciones, cuantas veces renueva el hombre
la condición, o sea, cuantas veces ama con amor más intenso. Este don divino
que se le ofrece con tanta largueza, debe moverlo a generosidad y constante
progreso en el amor, porque sólo así podrá gozarlo en plenitud. Si no pone
obstáculo al desarrollo de la caridad y de la gracia en su alma, la Santísima
Trinidad no pondrá límites a sus efusiones.
La Trinidad vive en el bautizado y se da a él para que
viva en ella. Para eso ha revelado Jesús el misterio trinitario, ha redimido al
hombre y le ha hecho partícipe de la gloria de su filiación divina, y para eso
antes de ir a la Pasión oró: “Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también
ellos sean uno en nosotros” (Jn 17, 21). Como Cristo vive en el Padre en la
unidad del Espíritu Santo, así el cristiano debe vivir en la Trinidad que mora
en él. El lazo de unión con las tres Personas divinas es siempre Cristo Señor
nuestro. Él es la puerta: “Yo soy la puerta” (Jn 10, 9), y él es el camino: “Yo
soy el camino” (Jn 14, 6), por el que es preciso pasar. Por Cristo, con Cristo
y en Cristo, somos admitidos a vivir en comunión con los “Tres” vivientes en
nosotros; a nosotros nos toca aceptar la invitación y realizar esa espléndida
vida divina mediante las virtudes teologales y particularmente la fe y la
caridad. Mientras por la fe creemos y adoramos a la Trinidad presente en
nosotros, por la caridad entramos en el círculo de su vida, porque –vale la
pena repetirlo– “Dios es amor, y quien permanece en amor permanece en Dios y
Dios en él” (1 Jn 4, 16).
¡Oh, Dios mío,
Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí para establecerme
inmutable y plácidamente en ti como si mi alma viviera ya en la eternidad. Que
nada pueda alterar mi paz, ni apartarme de ti, oh mi inmutable, sino que, cada
momento de mi vida me sumerja más profundamente en tu divino Misterio.
Pacificad mi alma. Estableced en ella vuestro cielo, vuestra morada predilecta,
vuestro hogar de descanso. Que nunca os deje solo, sino que vivificada por la
fe permanezca con todo mi ser en tu compañía, en completa adoración y entregada
sin reservas a vuestra acción creadora… ¡Oh fuego abrasador, Espíritu de amor!
Desciende a mí para que se realice en mi alma como una encarnación del Verbo.
Que yo sea para él una humanidad suplementaria donde renueve su misterio. Y
Vos, ¡oh Padre!, proteged vuestra pobre y débil criatura. Cubridla con vuestra
sombra. Contemplad solamente en ella a vuestro Hijo muy amado en quien habéis
puesto vuestras complacencias. ¡Oh mis Tres, mi todo, mi bienaventuranza, soledad
infinita, inmensidad donde desaparezco! Me entrego a Vos como víctima.
Sumergíos en mí, para que yo quede inmersa en Vos, en espera de ir a contemplar
en vuestra luz el abismo de vuestra grandeza. (Isabel de la Trinidad,
Elevación)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.