miércoles, 2 de mayo de 2012

Pequeñas Semillitas 1699


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1699 ~ Miércoles 2 de Mayo de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Hola…
Informo a los lectores que luego de esta edición de hoy, vendrán unos pocos días de ausencia y regresarán las “Pequeñas Semillitas” el 8 ó 9 de mayo.
El motivo es el tener que viajar a Buenos Aires donde dos ONG (Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte), ambas relacionadas con las Naciones Unidas, entregarán a esta página el premio denominado “Bandera de la Paz”, en ceremonia a realizarse el día 4 de mayo en los salones de la Cancillería Nacional Argentina.
En esa circunstancia, al ser proclamado “Embajador de la Paz” estaré llevando a todos ustedes en mi corazón porque en verdad son la “tierra fértil” donde esas semillitas de Jesús que humildemente siembro cada día, encuentran el lugar más apropiado para crecer y dar hermosos frutos.
Doy gracias a Dios y a la Santísima Virgen por este reconocimiento tan grande para mi labor tan pequeña.
Reanudaremos nuestro encuentro en este sitio y esta grata costumbre de sembrar la Palabra de Jesús, durante la próxima semana, si Dios así lo permite.
Felipe.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí».
(Jn 12,44-50)

Comentario
Hoy, Jesús grita; grita como quien dice palabras que deben ser escuchadas claramente por todos. Su grito sintetiza su misión salvadora, pues ha venido para «salvar al mundo» (Jn 12,47), pero no por sí mismo sino en nombre del «Padre que me ha enviado y me ha mandado lo que tengo que decir y hablar» (Jn 12,49).
Todavía no hace un mes que celebrábamos el Triduo Pascual: ¡cuán presente estuvo el Padre en la hora extrema, la hora de la Cruz! Como ha escrito Juan Pablo II, «Jesús, abrumado por la previsión de la prueba que le espera, solo ante Dios, lo invoca con su habitual y tierna expresión de confianza: ‘Abbá, Padre’». En las siguientes horas, se hace patente el estrecho diálogo del Hijo con el Padre: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34); «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46).
La importancia de esta obra del Padre y de su enviado, se merece la respuesta personal de quien escucha. Esta respuesta es el creer, es decir, la fe (cf. Jn 12,44); fe que nos da —por el mismo Jesús— la luz para no seguir en tinieblas. Por el contrario, el que rechaza todos estos dones y manifestaciones, y no guarda esas palabras «ya tiene quien le juzgue: la Palabra» (Jn 12,48).
Aceptar a Jesús, entonces, es creer, ver, escuchar al Padre, significa no estar en tinieblas, obedecer el mandato de vida eterna. Bien nos viene la amonestación de san Juan de la Cruz: «[El Padre] todo nos lo habló junto y de una vez por esta sola Palabra (...). Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo sería una necedad, sino que haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, evitando querer otra alguna cosa o novedad».
P. Julio César RAMOS González SDB (Salta, Argentina)


Santoral Católico:
San Atanasio
Obispo y Doctor de la Iglesia


Atanasio nació en Alejandría de Egipto en el año 295, y es la figura más dramática y desconcertante de la rica galería de los Padres de la Iglesia. Tozudo defensor de la ortodoxia durante la gran crisis arriana, inmediatamente después del concilio de Nicea, pagó su heroica resistencia a la herejía con cinco destierros decretados por los emperadores Constantino, Constancio, Julián y Valente. Arrio, un sacerdote salido del seno mismo de la Iglesia de Alejandría, negando la igualdad substancial entre el Padre y el Hijo, amenazaba atacar el corazón mismo del cristianismo. En efecto, si Cristo no es Hijo de Dios, y él mismo no es Dios, ¿a qué queda reducida la redención de la humanidad?

En un mundo que se despertó improvisamente arriano, según la célebre frase de San Jerónimo, quedaba todavía en pie un gran luchador, Atanasio, que a los 33 años fue elevado a la prestigiosa sede episcopal de Alejandría. Tenía el temple del luchador y cuando había que presentar batalla a los adversarios era el primero en partir lanza en ristre: “Yo me alegro de tener que defenderme” escribió en su Apología por la fuga. Atanasio tenía valentía hasta para vender, pero sabiendo con quién tenía que habérselas (entre las acusaciones de sus calumniadores estaba la de que él había asesinado al obispo Arsenio, que después apareció vivo y sano), no esperaba en casa a que vinieran a amarrarlo. A veces sus fugas fueron sensacionales. El mismo nos habla de ellas con brío.

Pasó sus últimos dos destierros en el desierto, en compañía de sus amigos monjes, esos simpáticos anárquicos de la vida cristiana, que aunque rehuyendo de las normales estructuras de la organización social y eclesiástica, se encontraban bien en compañía de un obispo autoritario e intransigente como Atanasio. Para ellos escribió el batallador obispo de Alejandría una grande obra, la “Historia de los arrianos”, dedicada a los monjes, de la que nos quedan pocas páginas, pero suficientes para revelarnos abiertamente el temperamento de Atanasio: sabe que habla a hombres que no entienden las metáforas, y entonces llama al pan pan y al vino vino: se burla del emperador, llamándolo con apodos irrespetuosos, y se burla también de los adversarios; pero habla con entusiasmo de las verdades que le interesan, para arrancar a los fieles de las garras de los falsos pastores.

Durante las numerosas e involuntarias peregrinaciones llegó a Occidente, a Roma y Tréveris en donde hizo conocer el monaquismo egipcio, como estado de vida organizado de modo muy original en el desierto, presentando al monje ideal en la sugestiva figura de un anacoreta, San Antonio, de quien escribió la célebre Vida, que se puede considerar como una especie de manifiesto del monaquismo. Murió en el año 373.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

"El mundo no se mueve únicamente
por los poderosos empellones de los héroes,
sino también por la suma de los
pequeños empujones de cada trabajador honesto"

Hellen Keller


Tema del día:
La felicidad no es inalcanzable


Hay personas que nunca pueden ser felices porque dejan que su felicidad dependa de mil y un detalles. Personas que tienen en sus vidas el miedo al mañana ya incrustado.

La felicidad a veces nos pasa al lado y ni siquiera la vemos. Aprende a sentirla, a valorarla, a descubrirla.

Los problemas, las angustias, la incomprensión y el desespero son cuestiones pasajeras.

Todo pasa, mañana cuando vuelva a salir el sol verás más claro tu camino y la tormenta de ayer te parecerá tonta y sin sentido.

Sé feliz todos los días, tienes miles de motivos para serlo. Cuenta todas tus bendiciones y te sorprenderás. Disfruta a diario cada momento.

Ríe, sí ríe, mucho y no permitas que la tristeza se pose en tu rostro.

La felicidad no es inalcanzable, está a tu lado todos los días, sólo debes descubrirla y no dejarla escapar. La felicidad se compone de tantas partes que siempre faltará alguna.

No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices.

Finalmente, recordemos las palabras del Señor:

Felices los pobres, felices los que lloran,
Felices los pacientes,
Felices los hambrientos y sedientos,
Felices los compasivos,
Felices los de corazón limpio,
Felices los pacificadores y
Felices los que son perseguidos.

Desconozco su autor


Pensamientos sanadores


Orando por las personalidades agresivas

Hay algunas personas que parecen acumular ira en sus genes, pues viven en continua guerra y conflicto con los demás. Cuando no están discutiendo con unos, lo están haciendo con otros.
Uno de los motivos de esta agresividad es que las personas que están interiormente divididas, dividen; mientras que quienes gozan de una armonía e integración interior, son fuentes de unidad en los ambientes en los cuales se desempeñan.
Mucho de esto depende de cómo cada uno va elaborando junto a Dios la propia historia y las situaciones de agresividad.
Si te preguntas: ¿pero qué puedo hacer ante estas personalidades agresivas?
A estas personas ámalas a través del corazón de Jesús y ora por ellas; si puedes hacer algo para ayudarlas hazlo, de lo contrario, aléjate.
No permitas que te lastimen, pues Dios, que te ama, no quiere que te dejes dañar ni destruir por ellas.

No te juntes con un hombre irascible ni vayas con un hombre iracundo, no sea que aprendas sus costumbres y te pongas una trampa a ti mismo. Proverbios 22, 24-25.


Mayo, mes de María


Un chaval, mientras está dándose un chapuzón en la playa de Pientzia, es arrastrado por una corriente de remolino; en cuanto se ve en peligro, grita: ¡mamá, mamá! Agita los brazos como puede, pidiendo auxilio desesperadamente. Con dificultad, de vez en cuando, logra sacar la cabeza y puede ver en la orilla a su madre, que pacíficamente broncea su piel en una hamaca. Su única esperanza es que su madre le oiga y haga lo que sea por rescatarle. Vocea más y más; por fin, su madre oye los gritos que la llaman. Se incorpora y ve las circunstancias de su hijo, y se vuelve a tumbar mientras piensa: ¡con lo fría que está el agua, yo no me meto ni loca! ¡Otra vez -si es que sale de ésta- que no se meta tan adentro!

¡Increíble!, pensará quien lea este suceso; ¡no puede ser verdad! ¡Eso no es una madre, es un monstruo! Es tan increíble, efectivamente, que no es verdad. Pero si no es posible que una madre se porte así, menos posible es que grites interiormente a María: ¡Madre mía, ayúdame!, y que Ella pase de ti.

Madre mía, perdona todas las veces que te he tratado con desconfianza, o como si no me escuchases; o, lo que es lo mismo, como si pasases de mí, como si no fueses realmente mi madre. Sé que basta con que te diga una sola vez ¡Madre mía! para que no pares hasta conseguirme lo que necesito. Y si no me lo consigues es que claramente, de momento, no me conviene.

Ahora es el momento importante en el que tú hablas a Santa María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Cuando lo hayas hecho, termina con una oración final.

Texto del P. José Pedro Manglano Castellary
Tomado del Web Católico de Javier


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por  Elizabeth, Jairo y Mauricio, todos ellos colombianos y compañeros de trabajo y están viviendo momentos de tirantez laboral rogando para que, por la Gracia de nuestro Señor Jesucristo, y la intercesión de la Virgen Santísima, vuelva el ambiente solidario, justo y equitativo en su sitio de trabajo que redunde en beneficio de todos.

Pedimos oración por un joven, Renesito, que emigrará desde Cuba a Estados Unidos, dejando a sus padres hasta que puedan encontrarse de nuevo, rogando que Dios y la Virgen cuiden sus pasos y cuiden la fe que recibió en su Bautismo, pueda seguir sus estudios y hacerse un hombre de bien. Que nada ni nadie lo aparte del camino de Dios y su Ángel de la Guarda vaya a su lado siempre.

Pedimos oración por la salud física, psíquica y espiritual de Elsa S., de Buenos Aires, Argentina. Que la Virgen María le ayude a consolidar su fe y Jesús le conceda la gracia de sentirse bien.

Pedimos oración por la salud de la joven Carolina F. de 24 años de edad, que el domingo sufrió un accidente automovilístico y permanece en coma. Rogamos al Señor que la ayude a recuperarse y fortalezca a su familia en estos momentos difíciles de espera.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Enviar los pedidos de oración a pequesemillitas@gmail.com


"Intimidad Divina"

Esposa del Espíritu Santo

Dice San Agustín que María Santísima “ha sido la única que mereció ser llamada madre y esposa de Dios”. Y fue verdadera madre de Dios porque fue mística esposa del Espíritu Santo, dispuesta por él con la sobreabundancia de la gracia desde el primer instante de su inmaculada concepción. El Espíritu Santo la preparó con amorosísimos cuidados para ser tabernáculo vivo del Hijo de Dios; y cuando se le apareció el ángel para darle la feliz nueva, la saludó sin más: “Salve, llena de gracia” (Lc 1, 28). Ya poseída por el Espíritu Santo y llena de su gracia, recibe todavía una nueva y singular plenitud en ella: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Ib. 35). El divino Espíritu desciende sobre ella en forma singularísima: el Amor infinito la hace fecunda y forma de su cuerpo inmaculado el cuerpo inmaculado del Hijo de Dios.

Si los privilegios altísimos que enriquecieron el alma de María, fueron gracias que Dios había reservado exclusivamente para ella, nosotros podemos imitar sus disposiciones interiores, procurando que nuestro corazón, lo mismo que el suyo, sea siempre dócil a la acción del Espíritu Santo. Ninguna criatura fue como María movida y guiada por el Espíritu Santo. Preparada por la gracia de manera peculiarísima, María vivió desde el principio en esta actitud de completa docilidad a la moción del Espíritu Santo, que es la característica del estado de santidad, de perfecta unión con Dios. Su carrera comenzó donde los santos llegan, y con menor perfección, al final de su vida; por otra parte, la vida de María, por su fidelísima correspondencia a la gracia, fue un continuo progresar vertiginoso en ese altísimo estado. La Virgen es por esto, después de Jesús, el modelo y la guía más segura de los que aspiran a la unión con Dios.

María no vivió sino para Dios. Si estudiamos su vida a través del Evangelio, nunca veremos que se mueva a obrar por motivos egoístas, por intereses personales; sólo una fuerza la impulsa: la gloria de Dios, los intereses de Jesús y de las almas. En su vida humilde y escondida, en su trabajo, en su pobreza, en las dificultades y sufrimientos que padeció, jamás María pensó en sí, jamás un lamento salió de su boca, sino siempre adelante, olvidada totalmente de sí, entregada totalmente al cumplimiento de la voluntad divina. Es el Espíritu Santo quien la guía, quien la impulsa, quien la sostiene. Y el secreto es éste: dejarse guiar y mover por él siempre y en todo. Así como por obra del Espíritu Santo la Virgen concibió al Hijo de Dios, así todas sus acciones fueron concebidas bajo la moción del Espíritu Santo.

¡Oh María! Tú eres santa en el cuerpo y en el espíritu. Con toda verdad puedes decir: “mi conversación está en los cielos”. Tú eres el jardín cercado, la fuente sellada, el templo del Señor, el santuario del Espíritu Santo; tú eres la Virgen prudente, bien abastecida de aceite, y que has sabido ocultar en tu lámpara la plenitud. ¡Oh María! ¿No fue llamando, pidiendo, buscando, como conseguiste tocar la majestad inaccesible de Dios? Sí, tú has encontrado lo que buscabas: el ángel te ha dicho: “Has encontrado gracia en la presencia de Dios”. Pero, ¿cómo es posible que tú, estando ya llena de gracia, encuentres aún más gracia? Sí, ¡oh María!, eres verdaderamente digna de encontrar gracia, porque no te contentas egoístamente con tu plenitud, sino que pides la sobreabundancia de la gracia, para darla por la salud del mundo. “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”, te ha dicho el ángel; este precioso bálsamo, que es el Espíritu Santo, se derrama sobre ti tan abundantemente, que de ti resbala sobre toda la tierra. (San Bernardo)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

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