viernes, 25 de diciembre de 2009

Pequeñas Semillitas 0943

PEQUEÑAS SEMILLITAS

¡FELIZ NAVIDAD!

Número 0943 ~ Viernes 25 de Diciembre de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Nació en Belén. En un pesebre. Porque para sus padres no hubo lugar en la posada. Los posaderos les cerraron la puerta a José y a María y se la cerraron al mismo Dios.
Como los que le cierran -y le cerramos- la puerta a quien pide nuestra ayuda y se la cierran -se la cerramos- a Dios que quiere meterse en nuestra vida.
En cambio los pastores -los más pobres del lugar- al conocer la noticia del nacimiento de Jesús, fueron de prisa al pesebre para compartir con el recién nacido y sus papás lo poco que tenían.
Eran los pobres y los sencillos de siempre. Los que acogen en medio de su pobreza a todo el que los necesita. Los que se hacen solidarios. Los que saben compartir. Y acogen, en la persona que los necesita, a Cristo.
Este es el misterio que conmemoramos en Navidad. Dios se ha hecho solidario de los hombres y lo que a ellos hacemos a Dios se lo estamos haciendo. Lo bueno y lo malo.



La Palabra de Dios:
Evangelio del día



En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.
(Juan 1, 1-18)

Comentario
Hoy, con la sencillez de niños, consideramos el gran misterio de nuestra fe. El nacimiento de Jesús señala la llegada de la "plenitud de los tiempos". Desde el pecado de nuestros primeros padres, el linaje humano de había apartado del Creador. Pero Dios, compadecido de nuestra triste situación, envió a su Hijo eterno, nacido de la Virgen María, para rescatarnos de la esclavitud del pecado.
El apóstol Juan lo explica usando expresiones de gran profundidad teológica: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» (Jn 1,1). Juan llama "Palabra" al Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Y añade: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros» (Jn 1,14).
Esto es lo que celebramos hoy, por eso hacemos fiesta. Maravillados, contemplamos a Jesús acabado de nacer. Es un recién nacido… y, a la vez, Dios omnipotente; sin dejar de ser Dios, ahora es también uno de nosotros.
Ha venido a la tierra para devolvernos la condición de hijos de Dios. Pero es necesario que cada uno acoja en su interior la salvación que Él nos ofrece. Tal como explica san Juan, «a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Hijos de Dios! Quedamos admirados ante este misterio inefable: «El Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre para hacer a los hombres hijos de Dios» (San Juan Crisóstomo).
Acojamos a Jesús, busquémosle: solamente en Él encontraremos la salvación, la verdadera solución para nuestros problemas; sólo Él da el sentido último de la vida y de las contrariedades y del dolor. Por esto, hoy os propongo: leamos el Evangelio, meditémoslo; procuremos vivir verdaderamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús, el Hijo de Dios que ha venido a nosotros. Y entonces veremos cómo será verdad que, entre todos, haremos un mundo mejor.
Mons. Jaume PUJOL i Balcells Arzobispo de Tarragona y Primado de Cataluña (Tarragona, España)



Santoral Católico
La Natividad de Nuestro Señor Jesús



La Iglesia en su misión de ir por todo el mundo llevando la Buena Nueva ha querido dedicar un tiempo a profundizar, contemplar y asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios; a este tiempo lo conocemos como Navidad.

Cerca de la antigua fiesta judía de las luces y buscando dar un sentido cristiano a las celebraciones paganas del solsticio de invierno, la Iglesia aprovechó el momento para celebrar la Navidad. En este tiempo los cristianos, por medio del Adviento, se preparan para recibir a Cristo,"luz del mundo" (Jn 8, 12) en sus almas, rectificando sus vidas y renovando el compromiso de seguirlo. Durante el Tiempo de Navidad al igual que en el Triduo Pascual de la Semana Santa celebramos la redención del hombre gracias a la presencia y entrega de Dios; pero a diferencia del Triduo Pascual en el que recordamos la Pasión y muerte del Salvador, en la Navidad recordamos que Dios se hizo Hombre y habitó entre nosotros.

Así como el sol despeja las tinieblas durante el alba, la presencia de Cristo irrumpe en las tinieblas del pecado, el mundo, el demonio y de la carne para mostrarnos su camino a seguir. Con su luz nos muestra la verdad de nuestra existencia. Cristo mismo es la vida que renueva la naturaleza caída del hombre y de la naturaleza. La Navidad celebra esa presencia renovadora de Cristo que viene a salvar al mundo.



Pensamiento



«Y la Palabra se hizo carne,
y puso su Morada entre nosotros»
Jn 1,14



Tema del día:
Llegó la Navidad



Normalmente esta palabra nos trae brisas de alegría y nos da contento el saber que estamos en el día de los regalos, del arbolito o el “nacimiento”, de los adornos, de la buena comida. Es porque estamos celebrando un cumpleaños especial. Pero ¿De quién? Desgraciadamente muchos que abundan en la comida y sobre todo en la bebida no nos podrían dar una respuesta exacta. Tampoco tendrán preparado un regalo para el cumpleañero. Pero nosotros sí lo sabemos y queremos preparar, si no lo tenemos, un buen regalo para El.

En la primera misa de Navidad, por la noche, se nos dice con entusiasmo: “¡Un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado!” Claro que no es un niño cualquiera: es Dios que nos trae la salvación. Y para mostrar mejor esa salvación, se hace niño pobre, sencillo y humilde en el portal de Belén.

Sencillamente no había sitio en la posada pública, o más bien, como ahora suelen entenderlo, no tenían sitio en la sala principal de la casa (y quizá la única) donde estaban alojados, pues estaba mal visto que el nacimiento fuese en medio de la gente con niños... Por eso para ese momento tuvieron que ir a la parte trasera de la casa donde solían tener algunos animales. El hecho es que Dios se revela a unos pastores y éstos van a ver a un niño que ha nacido en Belén, a un lugar donde hay un pesebre, a un lugar donde suelen comer animales. Todo muy normal, pero sencillo.

Dios se hace hombre para que el hombre pueda llegar a ser hijo de Dios. La realidad y nuestra fe nos dice que ahí está Dios hecho hombre, rodeado por su madre María y por san José. Y ahí queremos estar nosotros como los pastores para adorarle.

Y también para darle un beso ¿Y qué le vamos a decir? Debemos agradecerle todo ese inmenso amor y decirle que le queremos corresponder con un gran amor. Y como muestra de amor debemos darle algún regalo. Él no necesita ningún regalo material, porque todo lo hubiera podido tener y no ha querido nada material para que se vea mejor su amor por nosotros. Sin embargo no rechazaría muchas cosas materiales para tantos niños, y no tan niños, que viven necesitados, porque en las casas pobres también Jesús quiere nacer y quiere que allí se sientan contentos.

Pero quiere sobre todo nuestro corazón. El ofrecer nuestro corazón, suena bonito, pero no es fácil. Es poner nuestro corazón junto al suyo para tener “los mismos sentimientos”. No sería regalo el seguir igual que como éramos, sino el hacer algo más o bastante más.

Al acercarnos a Jesús Niño debemos también aprender algunas lecciones. Una que es evidente es que para ser grandes en el Reino de Dios, no es necesario tener mucho dinero y poder. Más bien esto suele ser impedimento, porque los que tienen mucho material se creen que todo lo pueden y que no necesitan de nadie ni de Dios. Estos no suelen postrarse ante el Niño de Belén. Los que se sienten más cómodos en el Reino de Dios (y ante el portal de Belén) son los que, viviendo con su trabajo normal, tienen un corazón de niño, porque ponen su confianza en Dios, como los pastores.

El nacimiento de Jesús no es sólo algo que pasó. Hoy sigue naciendo en la Eucaristía y en nuestro corazón. Jesús nos ilumina y nos alienta para seguir su ejemplo de vida. Para ello nos dice, como el ángel a los pastores: “No tengáis miedo”.

Que los deseos de mayor bondad sigan profundos en nuestro corazón, a ejemplo de María que iba conservando todos los sucesos en su corazón. Y que la paz que proclamaron los ángeles a los pastores inunde nuestros corazones en este día.



Meditación breve



La noche esperada había llegado, el aire acariciaba las caras de aquellos pastores que sorprendidos lo miraban.
¡Era un niño! Un niño que lloraba por su ración de vida. Junto a Él su joven mamá, lo acurrucaba entre sus brazos, mientras dichoso el padre, lleno de amor, los cubría con su manto viejo.
Con caricias y besos calmaron al pequeño y emocionados, con llanto de padres desbordados de amor, lo levantaron hacia el cielo...
Pero... ¿Un niño? ¿Un niño que era Dios... y lloraba?
Sí, un niño que buscaba amparo, que necesitaba atención, caricias, besos, cuidados, amor...
¿Cómo pensar a Dios con aspecto de niño, usando pañales, necesitando protección?
Un Dios que nace en un establo, rodeado de animales... ¿Cómo puede ser esto? ¿Qué clase de Dios es este?
Es que Él es así... humilde, misterioso, intrigante, impensado, infinito, ¡el Dios verdadero de todos los credos!
Por amarnos tanto, se hizo niño y habitó entre nosotros, se hizo luz para guiarnos, para redimirnos.
Guiados por la estrella llegaron los chicos, las gentes sencillas y quedaron maravillados de tanta hermosura... ¡nadie imaginó ver el rostro de Dios aquella noche!
Chary


Oración



Señor Jesús:
Tú has venido a traer la salvación y reconciliación a todos los hombres, más allá de su raza o de su credo.
Tú Señor eres el Salvador, la luz que ilumina a todo hombre.
Tú Señor nos has dado vida.
Tú has venido para que todos tengamos vida y vida en abundancia.
Haz Señor que podamos profundizar tu Palabra, penetremos en ella, nos dejemos cuestionar e iluminar.
Que tu Palabra nos ayude a valorar lo que Tú eres para nosotros.
Que tu Palabra nos inspire para reconocerte como el Señor y el Cristo, como el Mesías y el Dios verdadero.
Que así sea.



Nuevos videos



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Palabras de Juan Pablo II



"La Navidad, no se trata sólo de conmemorar el acontecimiento histórico,
que hace más de dos mil años tuvo lugar en una pequeña aldea de Judea.
Es necesario comprender más bien que toda nuestra vida debe ser un «adviento»,
una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo".



Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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