martes, 3 de noviembre de 2009

Pequeñas Semillitas 0891

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0891 ~ Martes 3 de Noviembre de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Hola !!!
Jesús nos ha señalado las pistas que conducen a la verdadera felicidad. El camino hacia una vida plena y llena de sentido. No es ley ni código ni norma moral, es Evangelio, Buena Noticia, anuncio gozoso. Ahora está en nosotros tomar la decisión de seguirlo por el camino señalado.
Que María Santísima nos acompañe y el Espíritu Santo nos ilumine para que caminemos siempre por la dirección verdadera.


La Palabra de Dios :
Evangelio del día


En aquel tiempo, dijo a Jesús uno de los que comían a la mesa: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!». Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado’. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses’. Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no puedo ir’.
»Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos’. Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio’. Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa’. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena».
(Lucas 14, 15-24)

Comentario
Hoy, el Señor nos ofrece una imagen de la eternidad representada por un banquete. El banquete significa el lugar donde la familia y los amigos se encuentran juntos, gozando de la compañía, de la conversación y de la amistad en torno a la misma mesa. Esta imagen nos habla de la intimidad con Dios trinidad y del gozo que encontraremos en la estancia del cielo. Todo lo ha hecho para nosotros y nos llama porque «ya está todo preparado» (Lc 14,17). Nos quiere con Él; quiere a todos los hombres y las mujeres del mundo a su lado, a cada uno de nosotros.
Es necesario, sin embargo, que queramos ir. Y a pesar de saber que es donde mejor se está, porque el cielo es nuestra morada eterna, que excede todas las más nobles aspiraciones humanas —«ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman» (1Cor 2,9) y, por lo tanto, nada le es comparable—; sin embargo, somos capaces de rechazar la invitación divina y perdernos eternamente el mejor ofrecimiento que Dios podía hacernos: participar de su casa, de su mesa, de su intimidad para siempre. ¡Qué gran responsabilidad!
Somos, desdichadamente, capaces de cambiar a Dios por cualquier cosa. Unos, como leemos en el Evangelio de hoy, por un campo; otros, por unos bueyes. ¿Y tú y yo, por qué somos capaces de cambiar a aquél que es nuestro Dios y su invitación? Hay quien por pereza, por dejadez, por comodidad deja de cumplir sus deberes de amor para con Dios: ¿Tan poco vale Dios, que lo sustituimos por cualquier otra cosa? Que nuestra respuesta al ofrecimiento divino sea siempre un sí, lleno de agradecimiento y de admiración.
Rev. D. Joan COSTA i Bou (Barcelona, España)


Santoral Católico

San Martín de Porres

Nació en la ciudad de Lima, Perú, el día 9 de diciembre del año 1579. Fue hijo de Juan de Porres, caballero español de la Orden de Calatrava, y de Ana Velásquez, negra libre panameña. Martín es bautizado en la iglesia de San Sebastián, donde años más tarde Santa Rosa de Lima también lo fuera.

Son misteriosos los caminos del Señor: no fue sino un santo quien lo confirmó en la fe de sus padres. Fue Santo Toribio de Mogrovejo, primer arzobispo de Lima, quien hizo descender el Espíritu sobre su moreno corazón, corazón que el Señor fue haciendo manso y humilde como el de su Madre.

A los doce Martín entró de aprendiz de peluquero, y asistente de un dentista. La fama de su santidad corre de boca en boca por la ciudad de Lima. Martín conoció al Fraile Juan de Lorenzana, famoso dominico como teólogo y hombre de virtudes, quien lo invita a entrar en el Convento de Nuestra Señora del Rosario.

Las leyes de aquel entonces le impedían ser religioso por el color y por la raza, por lo que Martín de Porres ingresó como Donado, pero él se entrega a Dios y su vida está presidida por el servicio, la humildad, la obediencia y un amor sin medida.

San Martín tiene un sueño que Dios le desbarata: "Pasar desapercibido y ser el último". Su anhelo más profundo siempre es de seguir a Jesús. Se le confía la limpieza de la casa; por lo que la escoba será, con la cruz, la gran compañera de su vida.

Sirve y atiende a todos, pero no es comprendido por todos. Un día cortaba el pelo a un estudiante: éste molesto ante la mejor sonrisa de Fray Martín, no duda en insultarlo: ¡Perro mulato! ¡Hipócrita! La respuesta fue una generosa sonrisa.

San Martín llevaba ya dos años en el convento, y hacía seis que no veía a su padre, éste lo visita y… después de dialogar con el P. Provincial, éste y el Consejo Conventual deciden que Fray Martín se convierta en hermano cooperador.

El 2 de junio de 1603 se consagra a Dios por su profesión religiosa. El P. Fernando Aragonés testificará: "Se ejercitaba en la caridad día y noche, curando enfermos, dando limosna a españoles, indios y negros, a todos quería, amaba y curaba con singular amor". La portería del convento es un reguero de soldados humildes, indios, mulatos, y negros; él solía repetir: "No hay gusto mayor que dar a los pobres".

Su hermana Juana tenía buena posición social, por lo que, en una finca de ella, daba cobijo a enfermos y pobres. Y en su patio acoge a perros, gatos y ratones.

Pronto la virtud del moreno dejó de ser un secreto. Su servicio como enfermero se extendía desde sus hermanos dominicos hasta las personas más abandonadas que podía encontrar en la calle. Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, incluso de parte de algunos religiosos dominicos. Incomprensión y envidias: camino de contradicciones que fue asemejando al mulato a su Reconciliador.

Los religiosos de la Ciudad Virreinal van de sorpresa en sorpresa, por lo que el Superior le prohíbe realizar nada extraordinario sin su consentimiento. Un día, cuando regresaba al Convento, un albañil le grita al caer del andamio; el Santo le hace señas y corre a pedir permiso al superior, éste y el interesado quedan cautivados por su docilidad.

Cuando vio que se acercaba el momento feliz de ir a gozar de la presencia de Dios, pidió a los religiosos que le rodeaban que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios. Era el 3 de noviembre de 1639. Su muerte causó profunda conmoción en la ciudad. Había sido el hermano y enfermero de todos, singularmente de los más pobres. Todos se disputaban por conseguir alguna reliquia. Toda la ciudad le dio el último adiós.

Su culto se ha extendido prodigiosamente. Gregorio XVI lo declaró Beato en 1837. Fue canonizado por Juan XXIII en 1962. Recordaba el Papa, en la homilía de la canonización, las devociones en que se había distinguido el nuevo Santo: su profunda humildad que le hacía considerar a todos superiores a él, su celo apostólico, y sus continuos desvelos por atender a enfermos y necesitados, lo que le valió, por parte de todo el pueblo, el hermoso apelativo de "Martín de la caridad".


Pensamiento


"No me resigno a que cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido"
Pedro Arrupe s.j.


Tema del día :
Homilía de Todos los Santos


Homilía del Padre Benito Spoletini, sacerdote paulino, en el Domingo de Todos los Santos:

Hoy celebramos una fiesta que nos recuerda nuestro último destino: ir a estar con el Dios santo en una felicidad sin fin. En el Antiguo Testamento muchas veces se nos habla del “único” santo que es Dios y se nos exhorta: “Sed santo como yo soy santo”. A su vez, en el Nuevo Testamento, y en forma más explícita, san Pablo nos recuerda: “Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1Tes 4,3). En nuestro tiempo se ha encargado el Concilio Vaticano II de recordarnos la “vocación universal a la santidad” (LG c.V): es decir que todos estamos llamados a ser santos. A su vez, Juan Pablo II, va más allá y, al sugerir una “programación pastoral”, bajo el signo de la santidad, advierte que esa opción, está llena de consecuencias, y apunta al Bautismo como “una verdadera entrada en la santidad de Dios”. Y acota: “preguntar a un catecúmeno: ¿quieres recibir el Bautismo?, es igual que preguntarle: ¿quieres ser santo?” (NMI, n. 31). Y aun sabiendo que los caminos de la santidad son múltiples, es necesaria una “pedagogía de la santidad, capaz de adaptarse a cada uno” (Cfr NMI n. 31).

De todos modos, es siempre el Espíritu de Dios que actúa y que, con su obra, quiere llevar a todos a la caridad perfecta, en lo que consiste la “santidad”. Hoy quisiera tocar el tema en forma concreta, para no correr el riesgo de quedarnos en lo teórico o en lo abstracto. A este respecto se ha caminado mucho y un mérito muy grande se le debe al papa Juan Pablo II, no sólo por el número de gente llevada a los altares, sino por su vida manifiestamente “santa”. Significativas las pancartas que aparecieron en la Plaza de san Pedro, el día de su funeral: ¡Santo ya!

Las tres lecturas de hoy, especialmente el Evangelio, nos facilitan esta tarea y, de aquilatarlas debidamente, son más eficaces que cualquier discurso. Por eso la Iglesia, que en el Credo confesamos “santa”, cuida mucho a sus santos, pues son un punto de referencia para muchos, al momento de tomar ciertas decisiones. Un gran convertido del siglo XX, así justificaba su paso a la Iglesia católica: “He entrado en ella y no en otra, porque en ella he encontrado el tipo más grande de hombre ¡el santo!” Y nos es el único.

¿Pero qué es ser santo, y como llegar a serlo? En la Biblia, ya lo hemos recordado, el único santo es Dios y es él que nos da el don de la santidad, pero quiere nuestra respuesta, nuestra correspondencia. San Ignacio lo expresaba así: “Esperarlo todo de Dios y actuar como si todo dependiera de nosotros”. A la luz del Evangelio de hoy, con nombres concretos, descubrimos que el hombre es “coprotagonista” del Espíritu Santo en esta aventura. Veámoslo.

Jesús proclama Felices los pobres de espíritu y nuestra mente corre a san Francisco de Asís que, despojándose de todo, abrazó la pobreza hasta identificarse con ella; su único tesoro: Dios y los menesterosos. Felices los afligidos, espontáneamente pensamos en santa Mónica, madre de san Agustín, cuya conversión fue fruto de sus oraciones y lágrimas. Felices los pacientes y ¿quién como Teresa de Ávila lo fue, con su “nada te turbe nada te espante: sólo Dios basta” Felices los que tienen hambre y sed de justicia: en el mártir inglés san Tomás Moro tenemos un ejemplo siempre actualísimo de esto. Felices los misericordiosos: y nos salta a la vista san Vicente de Paúl, apóstol de la misericordia de Dios entre los pobres y pecadores. Felices los que tienen un corazón puro: y nos lo revela con el candor de un niño santa Teresita de Jesús. Felices los que trabajan por la paz: y, una vez más, es una mujer que entregó su vida en la tarea pacificadora de Cristo: santa Catalina de Siena. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia: y pensamos en la heroica figura de San Antonio María Claret. Y a cada bienaventuranza podríamos añadir un sin fin de nombres…

¿Y hoy es posible la santidad? El texto conciliar recordado (Cfr LG 39), no sólo nos asegura que sí, sino que, en todo tiempo y circunstancia, se puede llegar a ser santos. Cierto hoy se insiste mucho en la “santidad de la vida diaria” la que tal vez no llegue a los honores de los altares, pero es siempre un valioso don de Dios a su Iglesia y al mundo. Me limito a simples nombre –algunos conocidos, otros menos, otros ignotos a los más. Hoy tenemos un florecimiento que es bien recordarlo. Y comienzo con cinco argentinos: el heroico cura Brochero y el cardenal Eduardo Pironio; un ingeniero laico consagrado, Isidoro Zorzano y un empresario casado, Enrique Shaw; éste se preguntaba, con frecuencia: "¿Qué haría Cristo en mi lugar?; y una madre del movimiento de los Focolares, Cecilia Perrin: los cinco camino de los altares. Y no podemos olvidar a dos simpáticos bienaventurados: Laura Vicuña y Ceferino Numuncurá, ambos frutos de la espiritualidad de don Bosco. Dos pontífices: Beato Juan XXIII, el “papa bueno”, y Juan Pablo II, el “papa grande”. Tres médicos famosos: el italiano Giuseppe Moscati, el venezolano José Gregorio Hernández, y, caso aparte, una mujer ya canonizada, de profesión doctora, Gianna Beretta Molla. Y una letanía de apóstoles de la caridad: san Alberto Hurtado, la beata Madre Teresa de Calcuta; los ya clásicos don Orione y don Guanella y el P. Monti. Éste último laico, obstaculizado, perseguido, pero fundador de una obra duradera, manifestación de la misericordia del Señor con los más necesitados…

Y, a pesar de la mala fama de los políticos, presentamos tres siervos de Dios, Padres de la Unión Europea: Schuman, De Gasperi y Conrad Adenauer… los tres cristianos modelos, testigos de cómo se construye la ciudad del hombre y la paz. Y un alcalde santo de renombre mundial: Giorgio La Pira. Mártires como Edith Stein y Monseñor Romero: culpables de defender los derechos humanos y la justicia. Caso a parte Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares y apóstol de la unidad; y, su cofundador, Igino Giordani: escritor, político, perseguido…y ahora siervo de Dios. Y la sorpresa de Juan Pablo II, elevando a la gloria de los altares a la primera pareja de esposos cristianos: Luigi y María Corsini Beltrame Quattrocchi, modelos en su vida familiar y en sus tareas sociales. Y, en tiempo de comunicación social, no podían faltar un periodista: Manuel Lozano Garrido; y el Padre Alberione, fundador de la Familia Paulina, dedicada a difundir el Evangelio con los medios de comunicación. Y, como broche de oro, la glorificación de los niños de Fátima -Francisco y Jacinta-, símbolo de santidad y de pureza, en un mundo que ha enlodado y explotado a la infancia como nunca… Y la letanía no terminaría nunca… porque hay (¡y muchos!) santos.

¿Qué es entonces la santidad? Hoy la celebramos en su multitud anónima, pero como hemos visto, tiene rostros y nombres y a ellos podemos añadir a los miembros de nuestras familias y comunidades que vivieron en serio su bautismo, el Evangelio, y que de las bienaventuranzas hicieron un camino hacia Dios y los hermanos… Así “la santidad viene a ser la vida cristiana vivida en plenitud, y la perfección del amor en la vida ordinaria”. Y, como hemos visto en los pocos nombres recordados, nunca exenta de la Cruz, del sufrimiento y de las pruebas. Dios purifica a los “llamados”. De allí que se necesita fuerza y valor para ser fieles. A los Jóvenes de la JMJ realizada en Roma, el papa Juan Pablo II, les decía: ¡Jóvenes, no tengan miedo de ser los santos del tercer milenio!”. Esto vale también para nosotros. No se trata de imitar a los santos, sino asumirlos como compañero de ruta, para apoyarnos en ellos, beneficiarnos de su intercesión, y, en palabra de Juan Pablo II, como ellos, cambiar al mundo desde adentro, pues ellos “son los verdaderos alquimistas de lo cotidiano”. Realmente, sigue cierto lo de León Bloy: ¡No hay más que una tristeza: la de no ser santos! Por eso hoy pedimos la santidad, y la pedimos con la “Toda santa”, la Virgen María: que sea para nuestro pueblo, camino al Dios uno y trino, el único santo; y pedimos también la pronta glorificación de los que ya están camino. Amén.

Benito Spoletini, ssp,
Córdoba, Argentina, 2009


Meditación breve


Por doquier se nos desafía a trabajar incansablemente para lograr la excelencia en nuestra vida laboral.
No todos estamos destinados a una profesión o a un trabajo especializado, menos aún son los que se elevan a la altura del genio en las artes y las ciencias.
Muchos están destinados a ser obreros en las fábricas, los sembrados y las calles. Pero no hay trabajo que no tenga importancia. Toda tarea que eleve a la humanidad es digna e importante, debería ser asumida con aplicada excelencia.
Si alguien está llamado a ser barrendero, debería barrer tal como Miguel Ángel pintaba, cómo Beethoven componía música o como Shakespeare escribía sus versos.
Debería barrer las calles tan bien que todos los habitantes del cielo y de la tierra se detuvieran a decir: " Aquí vivió un gran barrendero que cumplió muy bien con su trabajo"
Martín Luther King. Jr.


Pedidos de oración


Pedimos oración por Mirta G. que vive en Rosario, Argentina, y tiene una enfermedad metabólica, por lo que rogamos a la Santísima Virgen que interceda por ella para su recuperación.


Pedimos oración por Patricia M. que vive en Rosario, Argentina, y tiene cáncer de colon, para que el Señor le conceda la fuerza para asumir la quimioterapia, con fe en la curación que Él le puede conceder. Oremos por ella.


Pedimos oración por Renato M. que vive en Lima, Perú, para que Dios lo guíe junto a su esposa Ana, puedan superar los problemas y sigan unidos en el amor de Dios, bendecidos por los dos hermosos hijos que tienen.


Pedimos oración por las Doctoras Claudia y Cristina, que son dos médicas de Argentina que están envueltas en un juicio por el fallecimiento de un paciente por el que ellas hicieron todo lo humana y médicamente posible para salvarlo. Que Dios Todopoderoso haga realidad en ellas lo que leímos en el Evangelio del domingo: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Que así sea...


Pedimos oración por Emannuel, de 26 años de edad, de Buenos Aires, Argentina, que sufrió un accidente automovilístico, estuvo varios días en coma profundo, ahora ha recuperado la conciencia pero tiene déficit de memoria y de visión en un ojo, pero de a poco va mejorando por la gracia de Dios y necesita de todas nuestras oraciones para acentuar su mejoría y recuperar lo que todavía tiene mal.


Pedimos oración por tres personas afectadas de cáncer que son: Lucía C., Susana D., y Mariano Roberto V. T. (este último viviendo en Vancouver, Canadá). Que el Señor tenga misericordia de ellos y los acompañe en estos difíciles momentos.


Nuestra querida lectora Liliana U. de la provincia de Buenos Aires, Argentina, nos pide oraciones por el recuerdo de sus abuelos ya fallecidos y por sus almas para que gocen de la presencia de Dios en el cielo: Antonio C.; Flora R. J.; Sinforiano G. E. y Sofia.


Pedimos oración por María del Carmen G. que vive en Rosario, Argentina, tiene 42 años de edad, y el próximo día 10 será operada por segunda vez de una afección ginecológica, para que el Altísimo le de la paz y la serenidad de espíritu necesarias para afrontar con exito esta cirugía.


Pedimos oración por Isaac S. G. que vive en Iguala, Guerrero, México, para que el Señor Jesucristo le ilumine su vida con esperanza y fortaleza ante su enfermedad de alcoholismo que padece desde hace años. Que la Virgen de Guadalupe interceda por él.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.


El rincón de los lectores


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# Mauricio Cader - 1 de Noviembre de 2009 - El Salvador
moris_y_nena@yahoo.com.mx

Felipe:
Te quería exponer una idea en relación al Día de Todos los Santos.
Se me ocurre que a nivel Iglesia Católica Romana pudiéramos hacer un movimiento para transformar el día 31 de octubre en “Vigilia de la Celebración de Todos los Santos”
Esto sería que, en lugar de vestirnos de brujos o monstruos, celebráramos esperando las doce de la noche del 31 de octubre fiestas en todas las parroquias, vistiendo de santos, de ángeles, de apóstoles, etc., y los niños ir a pedir dulces a las casas de sus amigos y familiares.
Creo que con el tiempo transformaríamos en nuestros ambientes una fiesta pagana (como es Halloween) en una fiesta cristiana.
Gracias por adelantado y felicitaciones por tu trabajo pastoral.
Mauricio Cader
Santa Ana, República de El Salvador, Centroamérica.


# Nota del autor:
Me ha parecido más que buena la idea que nos aporta Mauricio y por eso la publico y la pongo a consideración de los lectores de esta página, para que si están de acuerdo la difundan, y además de éso les pido que la lleven a sus curas párrocos o incluso a las jerarquías de la Iglesia a las que tengan acceso, para darle difusión y posibilidad de aplicación.
Muchas gracias Mauricio.
Felipe


Espíritu Santo


Espíritu Santo tú eres el Santificador de las almas. Y nosotros estamos tan preocupados por alcanzar la santidad pero muchas veces nos olvidamos de ti, que eres el autor de la santidad en las almas. La santidad de la Iglesia Católica viene de ti, que la guías y la gobiernas a través del Papa y los Obispos unidos al Papa. Es necesario que a partir de hoy comencemos a invocarte más frecuentemente, porque la voluntad de Dios es que seamos santos, y no seremos santos sin tu ayuda especialísima. Queremos invocarte con la oración tan eficaz que nos ha enseñado María, tu amada Esposa: “Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu amadísima Esposa”, y repetirla muchas veces en el día, especialmente al levantarnos, antes de emprender alguna obra importante y al acostarnos, para que tú gobiernes todo nuestro día y vengas con tu abundancia de dones a nosotros y nos transformes en copias vivas de Jesucristo. Queremos ser santos, y para ello necesitamos de tu ayuda constante, porque tú eres el Santificador de los hombres y a los que confían en ti los llevas a las más altas cimas de la santidad. ¡Ven Espíritu de amor! ¡Te amamos!


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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